viernes, 26 de abril de 2013

Felicidades, Atleti

Hoy es 26 de abril de 2013. O lo que es lo mismo, hoy hace 110 años que se fundó el Club Atlético de Madrid, mi amor de toda la vida. Dicen que las parejas se rompen cuando una engaña a la otra, cuando la rutina se apodera del sentimiento y cuando uno de los dos se cansa por completo. He pasado por todas ellas, y todavía le quiero como el primer día.

Han sido mil y una veces las ocasiones en las que he soñado con ser ese “9” que salía en el último minuto y le daba la copa a mi equipo, como todos, supongo. Nunca se cumplió. Más de cien en las que el Atleti, como yo le llamo, me decía que iba a ganar, que me ilusionara porque esta vez sí, que no había mejor oportunidad y al final me terminaba rompiendo el corazón. Cosas.

Y es que no hay cosa peor que ver en el Calderón, esa casa que nos quieren desahuciar, a jugadores de la talla de Musampa, de los Santos y Novo durante años cada domingo. Y lo peor es que les apoyábamos.

Mañana es un día importante. Mañana será el día en el que el Atlético de Madrid haga 110 años y un día. Ah, y también hay derbi, que se me olvidaba. Lo que antes era un clásico y que ahora se ha convertido en rutina, tradición y automatismo. En otras palabras: derrota, decepción y desengaño, gracias en parte a un gigante venido a menos. 14 largos años en los que te levantabas, y tu cabeza, que no tu corazón, se dividía con un doble pensamiento: Por un lado, pensabas que era la misma historia de siempre; por otro, un simple detalle intrascendental en el día te hacía creer que ese era el día cuando se rompería la mala racha y al fin venceríamos.

Fíjate si somos, que nos mienten, nos engañan y nos roban, y aún así, seguimos ahí al lado. Con todo, te queremos y te adoramos. Y es que, junto a ti, hasta morir. Somos un equipo capaz de subir y bajar de las nubes al mismo tiempo, impredecible. Capaz de lo mejor y de lo peor. ¿Qué se puede esperar de un equipo que ha teñido su historia de rojo y blanco gracias a un despiste hace ya más de 100 años? Bendita dejadez, de azul y blanco no seríamos lo mismo. Nosotros te lo damos todo y a cambio, sólo te pedimos que ganes. Bueno venga, con derrochar coraje y corazón, como dice la canción, nos vale. Y si no lo haces, me voy a enfadar, pero sólo un poco, porque en nada tenemos que volver a jugar y me necesitas. Te necesito.

¡Ah, y mañana hay derbi! Que se me olvidaba. El derbi es ese partido que buscas con ansia nada más salir el calendario a relucir. No se sabe aún ni el día exacto, ni la fecha concreta ni cómo iremos en la tabla. Pero se busca.

Y un poco antes de la jornada –y cuando digo un poco digo 15-20 días-, tú sólo piensas ya en eso. “Este año no lo veo”. Já, valiente cobarde. Te acuestas el día de antes con un cosquilleo en el estómago propio de las finales. Sueñas con ganarles de todas las maneras posibles. Ya sea de goleada escandalosa, con una remontada antológica o con una pequeña injusticia arbitral, que duele más. Y casi cuando esa victoria está llegando, llegas a la cruda realidad. El día ha comenzado y será largo. Muy largo.

Sales a la calle como si fuera un día normal. Pero sabes que no lo es. Tú no tienes la cabeza para más cosas que para el partido. Vas clasificando a todas y cada una de las personas que te cruzas y sabes si son colegas, o son “del otro”. Y creedme, se sabe. Curioso como por un día, hasta el mejor de tus amigos se convierte en tu peor enemigo, persona inaguantable donde los haya. Esas risitas, esas miradas por encima del hombro y esa prepotencia, te matan. Es entonces cuando decides de verdad: “Este año no lo veo”. Já, otra vez, valiente cobarde. 

Cobarde porque ha llegado, casi, la hora. Empiezas a imaginar todo lo que habías soñado, todo lo que sigues soñando al fin y al cabo y una vena hooligan te invade la cabeza. El corazón siempre lo estuvo. Comienzas a ver vídeos de hazañas rojiblancas, a cantar el himno y a preparar un santuario. El partido va a empezar. “Este año sí”. Sacas tu bufanda de la suerte, esa que sacaste la última vez, cuando perdimos. Pero es la de la suerte. No me quiero aventurar en cómo será mañana, pero la historia reciente no nos es favorable. Después de todo esto, la última vez me prometí que no lo iba a ver… y aquí estoy. Así es el Atleti, y así somos los atléticos. Nunca lo vais a entender, y eso nos duele, pero nos gusta. Porque en el fondo, no tenemos remedio. Y eso nos encanta. 

Y que cumplas muchos más.



viernes, 19 de abril de 2013

El calvario de Ryan Taylor

A los 20 años, un joven llamado Ryan debutaba en las filas del Tranmere Rovers de la Ligue One. Nacido en Liverpool,  el chico cuyo apellido era Taylor asombraba con su capacidad para el golpeo en largo, así como con pelota parada. Las comparaciones con David Beckham eran imposibles de contener. Para más inri, jugaba de interior derecha, como el mítico "7" del Manchester. Desde el costado, contribuyó al equipo con 8 goles y 3 asistencias para llegar a unos Play Off de ascenso a la Championship que no consiguieron superar.

El Wigan, entonces en Premier League, no dudó en hacerse con sus servicios por una cantidad cercana a los 100.000 euros. Una ganga. A caballo entre el primer equipo y el reserva, Taylor comenzó a tener una primera toma de contacto con la élite del fútbol inglés. Los Latics consiguieron salvar la categoría y Taylor continuó aprendiendo una temporada más. En la 2006/2007 llegó su primer gol en Premier League en lo que se iba a convertir en su especialidad: las faltas directas. Casualidades de la vida, se estrenó frente al que sería su futuro equipo, el Newcastle. Con un guante en la derecha como carta de presentación, Ryan sólo jugó 16 partidos esa temporada. Lo curioso es que si bien nunca fue habitual e indiscutible en un puesto, su polivalencia le hizo ser el parche que Paul Jewell utilizó con asiduidad. Bien en los laterales, bien como interior derecha o bien como mediocentro, fue cogiendo experiencia y madurando cada vez más.

Ryan trabajaba y trabajaba, pero los minutos no llegaban. Y una temporada más el banquillo era su habitat natural. Sin tener una posición fija, el lateral derecho era su demarcación cuando el entrenador le hacía ser de la partida. Como valoración personal, muchas veces he pensado que si no fuera por su escandaloso golpeo a balón parado, nunca podría haber llegado a la Primera División. Lo cierto es que no tenía cualidades para defender y de mitad de campo para arriba no tenía el mordiente suficiente como para generar peligro. Pero su golpeo en largo y de falta ganaba partidos.


Más curioso fue el día que marcó su segundo gol en Premier. También a balón parado, y también frente al Newcastle. También con uno cero como resultado final. Con 24 años llegaron sus primeros problemas físicos, perdiéndose un mes y medio de competición. Poco después de volver, dos goles suyos frente al Birmingham le dieron los 3 puntos a su equipo en un partido a vida o muerte por el descenso. En 2 partidos, 6 puntos que a final de temporada permitieron al Wigan mantener la categoría. Lo cierto es que Ryan había marcado 4 goles con el Wigan que habían supuesto 9 puntos, teniendo como gran consecuencia la salvación del equipo dos temporadas seguidas.

En verano llegaron sus primeros problemas de rodilla, que le iban a dejar apartado de los terrenos de juego durante los 3 primeros meses, salvo una pequeña reaparición frente al Aston Villa en la que quedó demostrado que aún no estaba al 100%. Su reaparición tuvo lugar en St. James Park. Y para no fallar con la tradición, Ryan anotó. Esta vez su equipo no ganó, pero su gol sirvió para sacar un valioso punto. Meses más tarde anotó el segundo gol de la temporada. ¿Adivinan el rival? Sí, otra vez las urracas, otra vez de falta, y otra vez para dar los 3 puntos a su equipo.

Unas urracas que, hartas de ver a Ryan perforar su meta, decidieron fichar al jugador en el mercado invernal  como refuerzo para intentar salvar una categoría que al final perdieron. Allí, por apellido, se le empezó a conocer como "el hermano de Steven Taylor", algo que evidentemente no era cierto, y se les comenzó a nombrar como Raylor y Saylor para distinguirles.


En lo más alto de segunda división, Chris Hughton supo sacar lo mejor de él. Su ya habitual polivalencia se engrosó cuando el técnico magpie decidió ponerle como central alguna que otra vez. Ryan necesitaba jugar, y la presencia de Simpson y José Enrique en los laterales le cerraban el sitio. Unas veces en defensa de 5, otras como central, otras con Simpson en el centro de la zaga, y otras como pivote defensivo, Raylor disputó la mejor campaña de su carrera, en segunda división, anotando 4 goles y repartiendo 6 asistencias que ayudaron al Newcastle a ganar el campeonato y recuperar la categoría.

De nuevo en la Premier, su futuro se tornaba a negro. De nuevo, el banquillo, lo que alternó con el equipo reserva con asiduidad. Pero la llegada de Alan Pardew a mitad de temporada le hizo cambiar su rol, algo que se vio aumentado con la marcha de José Enrique meses después. Para el recuerdo, su gol en la victoria de la FA Cup frente al Chelsea que eliminó a los blues y una volea espectacular contra el Everton.. Tras un año casi en blanco, el lateral izquierdo fue su punta de lanza. Era la primera vez en la que se asentaba en una demarcación. Pero era la parte más débil del equipo y todos los sabían. El que él definió como "el mejor momento de mi vida" llegó en la segunda jornada de esa temporada 2011/2012. El Newcastle visitaba el estadio del Sunderland, el eterno rival. Con 0-0, una falta muy escorada fue señalada por Howard Webb, y todas las miradas se centraron en el "16". El resto de la historia ya lo suponen. Golazo y 3 puntos de oro para las urracas y un derbi ganado en campo rival. La máxima de las honras. 

En la segunda mitad de la temporada, Davide Santon se asentó en el lateral izquierdo y Ben Arfa reapareció, dejando a Raylor en un segundo plano. Había sido su mejor temporada, coincidiendo con una muy buena actuación del Newcastle en el curso, sorprendiendo a todos entrando en UEFA y habiendo luchado hasta la última semana por la Champions.

Y cuando parecía que se había asentado como parte importante de la plantilla, todo se torció. Al inicio de esta temporada, el Newcastle se jugaba el pase a la fase final de la UEFA en la previa. Era 30 de agosto y sólo se llevaban 10 minutos de partido cuando su rodilla dijo basta. Una semana antes, un gol suyo había encaminado la eliminatoria contra el equipo griego.

Las pruebas lo confirmaron, rotura de ligamento cruzado. Al menos 8 meses de baja. 8 meses de duro trabajo en los que Ryan no ha dejado nunca su intención de luchar y luchar para volver en su mejor estado. El 11 de abril el Newcastle se jugaba el pase a las semifinales de la UEFA.

"Esperando el partido de esta noche. Me encantaría que este fuera el último partido que me perdiera esta temporada", fue lo que escribió en su perfil de twitter.

Tenía el alta médica y sólo le quedaba recuperar algo de forma. Pardew ya había confirmado que estaba al mismo nivel que los demás y que sólo le faltaba algo de ritmo. El pasado miércoles, el Newcastle colgaba en su web oficial la fatal noticia: "Ryan Taylor se rompe los ligamentos de su rodilla". Y es que a sólo unos días de reaparecer, el jugador de Liverpool se volvió a lesionar de lo mismo de nuevo. Un calvario 

Los médicos han diagnosticado que no volverá a jugar hasta febrero de 2014 mínimo. Otros 10 meses en blanco -más los 8 que ya lleva-, luchando por superar algo que ya creía pasado pero que es más presente que nunca y le puede truncar su futuro. Él, nunca ha dudado: "Gracias por el apoyo, esto es un gran obstáculo en mi carrera, pero os aseguro que estaré de vuelta en un futuro cercano. Sigo aquí".

Sin duda, todos deseamos mucha suerte a esa pierna derecha. Una de esas que golpean el balón como los ángeles. A balón parado, de las mejores que vi.




lunes, 8 de abril de 2013

Un titán perdido en Holanda

No es joven. No es promesa. Tiene 24 años y nadie lo conoce. Es joven, y es promesa. ¿Entonces? Estamos acostumbrándonos en los últimos tiempos a que los jugadores exploten con 17-18 años, sean reconocidos en todo el mundo y marquen las diferencias en los mejores equipos del mundo. Estoy seguro que la mayoría de los que lean estas entradas pensarán que se trata de un jugador sobrevalorado y que nunca llegará a salir a una gran liga. No sería el primer caso.

Radamel Falcao salió a la palestra en 2009, con 23 años y sin que nadie le conociera. Entendiéndose por nadie a aquellos que sólo hablan de 5-6 grandes equipos pero que curiosamente son los que más ruido hacen y monopolizan todo el panorama. Aquel año le fichó el Oporto siendo toda una incógnita. Hoy es uno de los mejores "9" del mundo.

Un caso parecido es el de Wilfried Bony, el talento africano. Con una infancia difícil, el pequeño Wilfried nació en Bingerville, Costa de Marfil. Con muy poco tiempo dedicado a su formación escolar, pasaba las horas jugando en las calles de Abiyán al fútbol con sus compañeros, siendo la pelota cualquier trozo de plástico o cuero más o menos redondo que se encontraba en la calle y sin más armas que sus descalzos pies.

Pese a la mala formación educativa del país, en los colegios era habitual la práctica del deporte como vía de felicidad para los chicos y muchas fundaciones colaboraban en ello. Wilfried rápido se erigió como lider de su equipo de la clase y participó en los torneos destacando cada vez que tocaba la pelota.

Con sólo 14 años pasó a formar parte de la Academia del Club Cyrille Domoraud -gestionada por el jugador del mismo nombre- y su progresión fue de tal dimensión que rápido comenzó su carrera en el Issia Wazi, de la primera divsión de Costa de Marfil. En dos temporadas se hizo con el campeonato de copa en una ocasión, llegando a la final en la otra.

Su ascensión fue tan meteórica que los ojeadores se le rifaban y en 2007, con 19 años, el Liverpool de Rafa Benítez -subcampeón de la Liga de Campeones esa temporada- le realizó una prueba que no superó. El Jet Lag, el poco tiempo de adaptación y el paso de jugar en terrenos duros de piedra a barrizales le impidieorn firmar con los reds.

Decisión que aprovechó el Sparta de Praga, que se hizo con los servicios del jugador por la irrisoria cantidad de 50.000 euros. Bony disputó su primera temporada en el país checo a caballo entre el primer equipo y el reserva y le costó bastante adaptarse. Ya en su segunda temporada, todo empezó a ir más rodado. Se hizo habitual en el primer equipo, tuvo las primeras tomas de contacto con la Champions League y marcó 13 goles. Además, el Sparta ganó la liga y su nombre ya salía en todas las portadas.

Con la confianza al 100%, empezó la temporada como un tiro, marcó sus primeros goles en la Champions, fue convocado por Costa de Marfil para la fase de clasificación de la Copa de África -marcando 3 goles en 4 partidos-, y se hizo el líder de su club marcando 10 goles en 14 partidos. Llegó el invierno y media Europa se lo rifaba. Si bien los grandes no habían puesto sus ojos en él, el Vitesse holandés, que estaba en horas bajas, decidió hacerse con sus servicios por 4 millones de euros. 

Tras sólo media temporada, Bony no se había adaptado al equipo, no entraba en los planes del entrenador y el equipo holandés se salvaba del descenso en la última jornada empatado a puntos con el Excelsior pero con mejor golaverage. Bony no había llegado a los 600 minutos siquiera, pero con 3 goles marcado y buenas actuaciones, la afición confiaba en él. Ellos sabían lo que venía. 

La temporada siguiente -2011/2011- mejoró y fue el gran artífice de que el equipo finalizase séptimo en puestos de Europa League. 12 tantos en 28 partidos se antojaban pocos para una liga en la que los delanteros buenos consiguen marcas estratosféricas, pero las sensaciones que Bony había dejado habían sido enormemente buenas, además de las 6 asistencias con las que colaboró.

En verano fue uno de los candidatos a volar hacia el Emirates Stadium, pero al final Wenger se decidió por Giroud y Podolski y el marfileño comenzó la temporada en el equipo holandés. Con el fichaje del díscolo Theo Janssen, el Vitesse ha dado un salto de calidad y Bony ha encontrado a su compañero ideal. A un maestro del pase que le asiste siempre que puede y que ha hecho que el "9" lleve 29 goles en 26 partidos en la Eredivisie, encabezando la lista de máximos artilleros y luchando por los puestos de honor en la clasificación de la Bota de Oro. Algo que podría tocar mucho más de cerca si no hubiese estado fuera esta temporada disputando la Copa de África en la que su selección volvió a defraudar.

Y en invierno, los grandes se peleaban por él. Antes de fichar a Demba Ba, Abramovich preguntó por él, pero el senegalés salía más barato y ya conocía la liga inglesa. Sam Allardyce, técnico del West Ham no dudó en afirmar que querían a Bony en su equipo y el Newcastle ofreció 15 millones de euros por el pase del africano, que al final no se concretó.

Fuerte, rápido y con un tren inferior potente, Bony se sirve de su larga zancada y de su potencia de piernas para dejar atrás a sus rivales. Con una facilidad pasmosa para zafarse de sus rivales en la lucha cuerpo a cuerpo, es casi imposible quitarle la pelota cuando la tiene en su poder y ha iniciado carrera hacia la meta rival. Con un amplio repertorio de remates, ya sea de tacón, de cabeza o fusilando con su diestra -su favorito-, Bony perfora las porterías al menos una vez por partido en esta temporada -marca cada 79 minutos-. Unos goles que además, no duda en no celebrar como si se tratase algo fácil. Se dice que las comparaciones son odiosas. A mí no me gustan. Pero lo siento: Bony se me parece mucho al Kun Agüero. Su principal carencia, quizás, es la falta de actitud en determinadas ocasiones. Parece indolente, como si los partidos no fueran con él y suele desconectar del fútbol si no le apetece.

El Vitesse hace dos años estuvo a un punto de bajar a segunda división. El mismo equipo que hoy, sólo 2 temporadas más tarde y con Wilfried Bony en la delantera está luchando por ganar la Eredivisie ante los históricos titanes holandeses.

Nike ya le ha hecho un contrato multimillonario y no le va a dejar escapar. Entonces, solo queda una duda. ¿Qué equipo le fichará?




miércoles, 3 de abril de 2013

Justice for the 96!

15 de abril de 1989. Sheffield, el lugar que vio nacer al primer equipo de la historia del fútbol hace ya 156 años, fue el escenario de uno de los peores episodios en la historia del deporte rey. En la ciudad se daban cita los seguidores de Liverpool y Nottingham Forest para el partido de semifinales de la FA Cup que se iba a disputar el en estadio de Hillsborough. 

El partido no había hecho más que empezar cuando de pronto una de las gradas, inundada por gente de rojo, se vino abajo. Eran los aficionados del Liverpool, los hooligans como tal, los que peor reputación tenían en el panorama británico. Una fama que se habían ganado gracias a su resistencia, oposición y lucha ante las duras decisiones políticas que Margaret Thatcher estaba aplicando a la ciudad del río Mersey. Ante el miedo, se ocultaba la verdad y sólo se hacía creer que se trataba de unos pocos que hacían locuras inhumanas por el fútbol. En cierta parte lo consiguieron.

Para entender la historia hay que retrasar unas horas el reloj. Aquella mañana de sábado, los aficionados de salían de Liverpool y Nottingham con destino hacia Sheffield. Separados por cientos de kilómetros, cada afición venía de una dirección y no había riesgo y peligro de atascos en carretera o altercados en la llegada. La policía, en un acto de seguridad, decidió poner numerosos controles en la autopista que afectaban a los que venían desde Liverpool para evitar que los hinchas acudiesen al estadio ya no sólo con objetos peligrosos, sino con bebidas alcohólicas. Esto, unido a las obras en la calzada y a un accidente de tráfico, retrasó la llegada de la afición red. En el estadio ya esperaban miles de seguidores del Forest.

El encuentro estaba cerca de iniciarse y las colas en el estadio se hacían cada vez más largas. Hasta que la cola desapareció y todo quedó en masa, en un numeroso cúmulo de personas con un mismo objetivo: entrar al estadio. Junto a quienes iban al interior  se encontraban miles de personas que habían acudido  sin entrada, con el objetivo de hacerse con una localidad de última hora o simplemente para estar en el ambiente con los suyos. El descontrol se hacía cada vez mayor, la policía era cada vez más impotente.

La afición del Liverpool, la que tenía mayor número de seguidores, tuvo asignada Leppings Lanela grada de menor capacidad. Sólo cabían 14.600 espectadores. No existían asientos, todos debían estar de pie y sólo estaban 'controlados' por vallas y verjas como si de ganado se tratase. Al otro lado del estadio, la afición del Nottingham Forest, mucho menos numerosa, no tenía problemas en Spion Kop, una grada con espacio para 21.000 personas. ¿El motivo? la disposición geográfica del estadio coincidía con la dirección por la que venían las dos aficiones, por lo que se quiso evitar el cruce entre ellas y así los altercados. Una buena idea si no tenemos en cuenta la dimensión de cada hinchada.

Con el estadio casi lleno, las aglomeraciones fuera no dejaban de bajar, todo lo contrario. A cada segundo que pasaba, el agobio era mayor. La paciencia se agotaba. Moverse era ya imposible. El partido acababa de comenzar.  De pronto, las puertas del estadio se abrieron de par en par y la gente empezó a entrar, con o sin entrada, sólo importaba ver el partido. No sabían donde ir, nadie les dirigía. Decisión fatal.

A la vista, un túnel de unos 15 metros de largo y 4 de ancho que conducía al verde brillante del terreno de juego, iluminó a cientos de seguidores de entrar en él y buscar la luz. Era el primer acceso y todos acudieron a él como ratones sin pensar en las consecuencias. El túnel desapareció en unos instantes, la luz ya no corría, y sólo quedaban personas atrapadas.

"Yo estuve bloqueado en ese túnel durante 15 minutos, hasta que conseguí salir fuera. Estaba asustado, muy asustado, sólo luchaba por mi vida y la gente me estaba aplastando. No podía mover los brazos, hasta que en un momento milagroso los pude levantar y alguien me ayudó a trepar hasta la parte de arriba del estadio, en otra grada. Desde ahí vi lo que sucedía, y era horrible.", cuenta Kenny Derbyshire entre lágrimas, uno de los afortunados que consiguió salir con vida.

Los agentes de policía que estaban dentro del estadio, advertidos de la supuesta violencia de la Army Red, hicieron fuerza contra las verjas y vallas impidiendo que los hinchas saltaran al campo al pensar que se trataba de un ataque de hooliganismo y no de un simple hecho de supervivencia. Pasados algunos minutos, la desesperación de la gente era evidente, se abrieron las 'jaulas', el partido se detuvo y se inició el rescate con la mayor brevedad posible. Pero ya era tarde. Demasiado tarde.

Kenny Daalglish y un oficial de policía
"Llevábamos 6 minutos de partido y no sabíamos qué sucedía. Pensamos que se había derrumbado una valla, que solía pasar a menudo. Entramos al vestuario impacientes por volver a jugar. Entonces Kenny -Dalglish- salió a ver qué pasaba y alguien le dijo, 'Kenny, ahí fuera acaba de morir gente' ", contaba John Aldridge, que jugaba en aquel equipo del Liverpool.

"Hablaban de 30 personas y sólo pensábamos: 'no puede ser verdad', después, 35, 36, 38, 40... Era una locura", continuaba Aldrigde.

Desde fuera no se sabía lo que pasaba, aún había altos cargos de la policía convencidos de que se trataba de un acto violento y no se permitió la entrada a 40 ambulancias que se quedaron a las puertas del estadio. Decisión fatal. Los propios aficionados arrancaron las vallas publicitarias para utilizarlas de camillas. Todos se hicieron hermanos para salvar la vida de sus compañeros.

"Estoy orgulloso de lo que hicieron. Mi hermano no se pudo salvar, pero ellos lo intentaron y eso me enorgullece", narraba un entrististecido Stephen con los ojos vidriosos.

El saldo fue de 96 víctimas mortales y cientos de heridos. 94 de ellas fallecieron en el acto en las gradas, el túnel o el propio terreno de juego. A los pocos días murió una de las personas gravemente heridas en el hospital. Después fueTony Bland, que tras estar 4 años postrado en una cama en estado vegetativo, vio cómo su cuerpo dejaba de funcionar. 96 almas que se quedaron para siempre en uno de los estadios más míticos por historia del mundo, que pasó a convertirse de forma automática en icono de la tristeza, la añoranza y la tragedia.


Niños, jóvenes y ancianos perdieron para siempre su sitio en la tierra, pero se ganaron un lugar en la eternidad. Hoy, sus nombres y su edad se pueden leer en una placa en los alrededores de Anfield. Steven Gerrard, actual capitán del club y leyenda del equipo red, tenía 8 años cuando aquel suceso tuvo lugar y le tocó muy de cerca. Su primo estaba allí.

"Lo vi por televisión y lo escuché por la radio. Estaba totalmente impactado. Me preguntaba si habría allí alguien cercano o conocido...A la mañana siguiente nos enteramos que un miembro de la familia había estado allí y había muerto de forma trágica. Ver el dolor de su madre me ha convertido en el jugador que soy", señalaba Steven, con la mirada perdida.

Se reveló que sólo había 30 operarios para controlar a las más de 40.000 personas que allí estaban y que uno sólo tenía 12 años. Las decisiones que se habían tomado habían resultado, sin ninguna mala intención, una fatalidad. David Duckenfield, al mando del cuerpo de policía, sólo llevaba 19 días en el cargo y no estaba preparado para lidiar con un problema similar.

Leppings Lane
Desde el principio se ocultaron pruebas y modificaron los testimonios. La mala decisión de los cuerpos de seguridad había provocado, en parte, el caos, pero ellos no podían pagar los platos rotos. Fue entonces cuando volvió la imagen del hooliganismo y se hizo creer a medio mundo que las 96 víctimas habían sido fruto de ataques violentos de la hinchada red.

The Sun (1989)
Era simple, para agravar el asunto y tener mayor credibilidad, hicieron creer que unos locos borrachos habían provocado una masacre y luego habían orinado encima de los cuerpos recién fallecidos. Las filtraciones a The Sun por parte de la policía estremecieron al mundo inglés y la investigación no duró ni siquiera un año. Thatcher mataba dos pájaros de un tiro poniendo al pueblo inglés en contra de los supuestos hooligans. Aquel día, casi la mitad de los muertos eran menores de edad y muchos de ellos no superaban los 15 años. ¿Hooligans? La gente lo creía, y eso bastaba.

Se cambió la ley del fútbol, se eliminaron los 'gallineros' y se pusieron asientos numerados en todos los estadios para tener un mayor control de la capacidad. En definitiva, se sentaron las bases del fútbol que hoy conocemos. El asunto quedó cerrado para siempre.

Joey Barton
Aficionados del Liverpool, en su mayoría amigos y familiares de fallecidos aquel fatídico día, o incluso supervivientes, no dejaron de luchar desde el primer día porque la verdad saliera a la luz bajo un lema: 'Justice for the 96'. Rafa Benítez, antiguo entrenador red, apoyó la causa y no dudó en acudir a Anfield en 2011 cuando se celebró un homenaje por todas aquellas víctimas en la que no pudo contener las lágrimas. El siempre polémico Joey Barton, hincha de Liverpool confeso, encabezó entre los famosos la campaña y nunca escondió su idea de que los aficionados no tuvieron culpa alguna de lo sucedido.

"Aprovecho que soy una persona más o menos famosa para apoyar la causa y que sepan que no están solos", señaló el futbolista inglés, quien además suele mostrar muchos apoyos en Twitter a la causa.

El año pasado, 23 años después, el caso fue reabierto. Margaret Thatcher y el gobierno fueron investigados por culpar a los aficionados en vez de a la policía.

"Mi madre murió pensando que mi hermano era un hooligan, pero yo sé que no lo era", continuaba Stephen -que estuvo allí con su hermano-.

El pasado mes de octubre todos supieron que allí no habían muerto hooligans. David Cameron, primer ministro británico abrió su discurso sobre la reapertura del caso pidiendo perdón a las familias de las víctimas en nombre del gobierno. Culpando a la policía, al servicio de ambulancias por falta de liderazgo, mala comunicación, fatal toma de decisiones, etc. Según los informes de médicos forenses, 41 de los 96 fallecidos podrían haber salvado la vida de haber recibido atención adecuada. Confirmó que se habían ocultado pruebas por los cuerpos de seguridad, que se alteraron las pruebas y que 116 de los 164 testimonios habían sido censurados. Explicó que todos los cuerpos fallecidos habían sido sometidos a la prueba de alcoholemia en un intento de agravar las falsas pruebas, pero que al encontrarse con la negativa evidencia de que no había alcohol en su sangre, fueron eliminadas. En definitiva, 23 años de mentiras injustificables. The Sun volvía a ser el principal medio de difusión de la noticia, pero esta vez, era real.

Porque Hillsborough le cambió la cara al fútbol inglés. Porque aunque fuese tarde, allí se hizo justicia para 96 personas que murieron, y para miles de familiares que sufrieron con ellos. Porque Anfield no deja de recordarlo cada domingo. Porque esto, gracias a Dios, ha salido a la luz. Porque en Sheffield nació el fútbol y en Sheffield, 96 tipos que vibraban con ese deporte y con su equipo vestido de rojo, perdieron la vida, dejaron su sitio en la tierra, pero se ganaron un lugar en la eternidad.

JUSTICE FOR THE 96!





lunes, 1 de abril de 2013

La 'Vecchia Signora' está de vuelta

Sólo 6 años después de estar en el infierno, la Juventus de Turín ha resurgido de sus cenizas para convertirse en uno de los equipos más duros del panorama mundial.

Juicio sobre caso Moggi
Poco antes de la celebración del Mundial 2006 en Alemania que iba a ganar la selección italiana salieron a la luz ciertas conversaciones telefónicas que comprometían a altos cargos del equipo piamontés. Con los últimos dos títulos de liga bajo el brazo (2004-2005 y 2005-2006) se empezó a llevar a cabo una profunda investigación que iba a resultar fatal para el equipo de Turín.

Tras salir a la luz el escándalo de fraudes y compras de partidos, La Vecchia Signora fue desposeída de sus dos últimos títulos y perdía la categoría para la próxima temporada, en la que debía luchar además con un hándicap inicial de 9 puntos menos.

Jugadores como Ibrahimovic, Emerson, Cannavaro, Zambrotta o Mutu no dudaron en abandonar el barco, mientras que ilustres como Buffon, Trezeguet, Del Piero, Nedved, Camoranesi o unos jóvenes Chiellini, Giovinco y De Ciegle permanecían para llevar al equipo de nuevo a la Seria A. Con suma facilidad, el equipo consiguió hacerse con el título de la categoría de plata acompañado del Nápoles y Génova en el ascenso. Sin ir más lejos, Del Piero y Trezeguet fueron los dos máximos goleadores de la liga, con Nedved como 4º artillero. De la mano de Deschamps, el equipo encontró su fútbol y el ascenso fue todo los sencillo que se puede considerar ganar una campeonato.

Con 27 títulos ligueros reconocidos de la Serie A y 2 Uefa Champions League, el retorno no fue nada fácil. Las miradas de desprecio de los demás equipos fueron un puñal en el corazón de un equipo centenario que no merecían los actos de sus dirigentes. El primer año tras su vuelta, el conjunto bianconero alcanzó la tercera plaza, que daba opción a jugar Champions la próxima temporada.

Al principio se quiso obstaculizar la entrada del equipo en el máximo torneo continental, pero no hubo argumentos suficientes para conseguirlo. Con todo en contra y una plantilla demasiado corta, La Juve no pasó de los Octavos de Final, quedando en 2ª plaza en liga tras u
n Inter de Milán que arrollaba todo a su paso.

Conte
Después de malos años sin entrar siquiera entre los 6 primeros, el equipo encontró su lavado final de cara de la mano de Antonio Conte, leyenda viva del equipo. Sin casi experiencia, el técnico italiano se hizo con los mandos del club de su vida y con una reforma de equipo con jugadores nuevos como Vidal, Matri o Lichtsteiner, sentó las bases del equipo ganador que es hoy.

Desde un principio, el técnico caló en la afición por su pasado como jugador, pero su labor técnica era más que cuestionable. Las dudas duraron apenas unos meses. Con un sistema innovador como era el 3-5-2, Conte consiguió un equipo perfectamente situado, con mucha fuerza y con precisión absoluta. Un titán que se paseó en liga sin conocer la derrota y que durante toda la temporada sólo perdió un partido, la final de copa ante el Nápoles.

Esta temporada, los refuerzos para afrontar las 3 temporadas han sido totalmente efectivos. Con varios jugadores por puesto, el equipo nunca se queda cojo y la profundidad de plantilla hace incluso que componentes de gran nivel no puedan tener los minutos que sí tendrían en otros conjuntos. En portería está Buffon, uno de los mejores porteros de la última década y capitán indiscutible. La defensa, sólida y fuerte con Bonucci, Barzagli y Chiellini, es imbatible por alto e impenetrable por abajo. Además, recambios efectivos como Peluso o Martín Cáceres le dan el toque de solidez necesario. Por delante, una línea de 5 jugadores totalmente completa. En la izquierda, De Ciegle o Asamoah. El primero pura elegancia y resistencia, el segundo, potencia y fuerza. En derecha, Lichtsteiner, Isla o Padoin. El suizo es el titular y sus actuaciones no están pasando por alto hasta el punto que ha sonado ya para Barcelona y Bayern de Munich. Dos alas que permiten que el equipo defienda con 5 más los centrocampistas cuando no tiene la pelota y que ataque con otros 5 más los centrocampistas cuando existe posesión.

Pirlo es el eje sobre el que se sustenta el equipo. Un periscopio que vive su segunda juventud y que ha alcanzado un nivel que nadie esperaba con su edad. A su lado, Marchisio, el niño bonito de la afición y Vidal, el todocampista perfecto. Ambos trabajan para el equipo, son jugadores multiusos y no faltan a su cita con el gol. Imprevisibles, técnicos y potentes. Un lujo. Poco a poco aparece Paul Pogba, un joven baluarte con un disparo lejano  endiablado con ambas piernas. Una joya a pulir. Y el desatascador Giacherinni. No es habitual, juega poco y siempre ha sido un jugador de banda. Conte le ha encontrado su sitio por dentro. No para de correr y lo da todo en cada jugada. Lo que todo entrenador quiere.

En la delantera, un ramillete de posibilidades. Se dice que es la posición más débil y que con un delantero top este equipo sería imparable. No falta razón. Pero si uno de los 4 fantásticos tiene el día, los delanteros top no existen. Juegan dos, tienen total libertad y la movilidad es esencial. Vucinic es imaginación, gol y determinación. El más indiscutible de los 4. Sus problemas de riñón han mermado su participación en los últimos meses. Un jugador tan raro como bueno. Matri es el delantero de las rachas. Si está enchufado sale a gol por partido, pero si no, toca aguantarle los movimientos inteligentes y remates torpes. Quagliarella es el más completo, pero el más irregular. Buen disparo lejano, manejo de las dos piernas, imaginación, remate al primer toque y regate. Eso cuando está. Cuando no, rebelde, quejica y desesperante. Y por último está Giovinco, mi debilidad. Tan bueno como imprevisible. Pura magia con el balón. Asistencias a pares. Gran disparo de media distancia, recorte en corto y cambio de ritmo. Su hándicap es la altura. Dicen que las buenas esencias se guardan en frascos pequeños. Pero su gran lastre es la comparación que vive con Del Piero desde los 17 años. Una gran presión.
Giovinco y Matri

En segundo plato, ante estas 4 bestias quedan Anelka y Bendtner, dos delanteros de talla mundial venidos muy a menos.

A falta de confirmación oficial, la Juventus será campeona en unas semanas del Scudetto, el 29 de forma oficial y el 31 para ellos. Un equipo que cuenta con 3 estrellas en su camiseta porque aunque la Serie A no considere sus dos títulos del Caso Moggi, ellos sí lo cuentan. Han ganado 30 sul campo. Un equipo que no es para nada favorito en las quinielas en el duelo más importante de su historia reciente, pero al que nadie tiene que dejar de lado con vistas a un futuro título. Ese que tendrá lugar mañana ante el todopoderoso Bayern de Munich. Un equipo subestimado, renacido de sus cenizas y que ha venido para volver del lugar del que nunca debió irse: el altar de los grandes. Porque como reza su camiseta, "vincere non è importante è l'unica cosa che conta".