martes, 2 de junio de 2015

Mundial Sub-20: El bueno es Tomás Martínez, el 10

"El '10' argentino, los centrales de Uruguay, los  extremos de Portugal y los delanteros de Brasil", esa es la lista de jugadores que me comentó alguien que bien sabe de esto que sigue en cada Mundial Sub 20 y con la que estoy bastante de acuerdo. No sé a ciencia cierta el motivo, pero la albiceleste siempre me ha tirado bastante, no sé si es su garra, su corazón, su calidad individual o el cómputo de todas estas que en cualquier torneo futbolístico suelo tener una parte de argentino. Lejos de que Ángel Correa es el mejor jugador de lejos de este Mundial Sub20 de Nueva Zelanda (pese al mal partido ante Ghana), que parece un hombre jugando entre niños, y que la figura de Batalla bajo los palos se hace más grande a cada jugada, el número del elegido lo porta Tommy Martínez, igual que en el Sudaméricano de hace unos meses, una perla de River.

Una zamarra que ya llevó con orgullo Maradona en la edición de 1979, donde se dio a conocer al mundo entero el que a la postre sería el mejor jugador del mundo; la misma que no pudieron vestir Burrito Ortega o Gallardo en 1993, porque a Argentina se le impidió competir tras su mal comportamiendo dos años antes. El que sí lo pudo hacer fue un menudo que pasó por nuestro fútbol como Ibagaza que, con la estatura de un cadete, parecía un juvenil entre infantiles en 1995. Igual que Aimar en 1997. El Payaso llevaba el 10 y aún no se explica por qué no se les permitió jugar con los números repetidos, pues Román Riquelme se tuvo que contentar en el mismo torneo con el dorsal número 8. O en 2001 Romagnoli, un grande que nunca ha querido salir de su Liga, aunque el jugador merecedor de esa elástica, por histórica referencia al ratonero gambeteador que es distinto a los demás, era un Andrés D'Alessandro que jugaba con el 15, uno de sus números fetiche. También Tévez, en 2003, o Agüero, en 2007, lucieron el número de los sueños. Los dos dígitos que Maradona marcó como mágicos. Llevar el 10 en Argentina es la mayor responsabilidad del mundo del fútbol. No lo hizo Messi, por ejemplo, que por entonces prefería el 19 en todos sus equipos.

Tomás Martínez, con River /
LA PÁGINA MILLONARIA
Y es entonces aquí donde Tommy Martínez debe decidir. Dar un paso adelante y llegar a la altura de jugadores como Agüero, Tévez, Riquelme o Aimar, o quedarse en un quiero y no puedo de pinceladas guadianescas como Ibagaza o D'Alessandro, incapaces de brillar en las mejores plazas, nulos cuando la absoluta requirió sus servicios. Seguir los pasos de un Erik Lamela (el 10 en 2011) al que cada día parece quedársele más grande este deporte.

Tomás Martínez (7 de marzo de 1995) debutó en Primera División con River Plate nada más cumplir la mayoría de edad y no está teniendo nada fácil ganarse minutos en el primer equipo. Tanto es así que sólo suma 16 partidos como profesional y no acumula más de 450 minutos jugando con los mayores. El reciente retorno de los millonarios a Primera, sumado a los éxitos que cosecha el equipo disputando cada año la Liga, habiendo ganado la Copa Sudamericana o estando ahora mismo en semifinales de la Copa Libertadores, unido al parón del propio Tommy para jugar con la Sub 20 dos torneos en cuatro meses, y al hecho de que Gallardo prescinde de jugadores interiores  para elaborar el juego por las bandas restan minutos a la joven promesa albiceleste, que aún no ha conseguido marcar como profesional, pero sí ha dado tres asistencias con el primer equipo de River.

Zurdo cerrado, Martínez corre bien con la pelota, hace buenas transiciones al ataque y asiste de maravilla. Además, su potente disparo de media distancia le hace imprevisible. Su mejor virtud es la de no dudar en la toma de decisiones y cuando llega a la frontal, sabe muy bien qué acción va a ejecutar. Es eléctrico y su confianza en el regate en corto para salir de su marcaje le hacen parecerse mucho a D'Alessandro, porque además cae bien a banda. Es bueno en el pase al primer toque y el pase en corto, pero abusa del envío en largo, que además no es su principal fuerte. Uno de sus mejores recursos es el de asistir en situaciones complicadas y comprometidas, ya sea con un taconazo, o un giro brusco gradual de su tobillo para sacar el pase más imprevisible para el rival. Bueno en el balón parado (mejor centrando que disparando), sufre mucho cuando un rival le fuerza a utilizar su pierna mala, que le sirve poco más que para el apoyo. 

Se siente importante no siéndolo. Le gusta ir de tapado, no llevar el cartel de jugón para acabar siéndolo. Y lo logra, pero no siempre que se lo propone, pues uno de sus defectos es su irregularidad, esconderse más de lo debido, pasar del 10 al 0 y viceversa en sólo días. Tommy Martínez lleva el dorsal de los elegidos, tiene mimbres para acabar luciéndolo con orgullo, pero también muchos factores en contra que no se lo pondrán nada fácil. Gallardo ya ha prometido darle más minutos en un futuro no muy lejano y tratar de encajar en el esquema un mediapunta de su clase, salidad y proyección. Ahora, Tommy tiene la llave.

Martínez, en el Sudamericano Sub 20 / EFE

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