lunes, 22 de junio de 2015

Ibrahima Sy, excentridad bajo los palos

Ibrahima Sy, durante el Mundial Sub 20 / GETTY IMAGES
¿Cómo se puede destacar como portero en un torneo pese a ser el equipo más goleado? Pues eso es lo que ha conseguido Ibrahima Sy (13 de agosto de 1995) en el Mundial Sub 20 de Nueva Zelanda que acaba de terminar. 14 goles recibió el africano en 7 partidos, el arquero que más balones tuvo que recoger de la red. Senegal, con todo, luchó hasta el último momento por entrar en el podio del evento y terminó conformándose con el cuarto puesto tras caer arrollada por Brasil en semifinal y disputar con un jugador menos más de media hora en la final de consolación. 

Rápido se pudo comprobar que Ibrahima no era un portero corriente el día del debut, cuando encajó tres goles ante Portugal, pero evitó una goleada que pudo ser de escándalo. La defensa senegalense, superada sólo con leves soplidos, fue más un estorbo que una ayuda y Sy, que defiende los colores del equipo reserva del Lorient, fue el máximo protagonista de los suyos con partidos repletos de trabajo. Enfundado en su traje rosa fosforito, este saltarín no pasó nunca desapercibido, fuera donde fuera que estuviera el balón.

Ibrahima Sy / GETTY IMAGES
Ibrahima Sy es un culo inquieto, un puro nervio que pese a estar bajo los palos quiere ser siempre protagonista. Con 14 años dio el salto a Europa recalando en las categorías inferiores del Marsella, donde ha progresado llegando incluso a jugar la Youth Champions League hasta que en el pasado verano el Lorient lo reclutó. Ibrahima tiene unas cualidades físicas innatas pero hace gala de unas carencias técnicas descomunales para llevar ya 5 años en el fútbol europeo. 

Desde el primer partido salvó los muebles y evitó una goleada superior de los lusos. Hizo gala de su potencia de salto, de sus reflejos, de su capacidad para llegar a los lugares más lejanos de la portería a su posición. Nunca piensa sus acciones y a veces eso es contraproducente. Se cree con una superioridad a los demás que es un arma de doble filo, pues esa exceso de confianza en ocasiones le genera problemas, como balones que acaban sueltos en el área que acaba terminando en más tiempos de los necesarios porque piensa más en divertirse que en hacer las cosas prácticas. Una hiperactividad causada por su pasado futbolístico, donde se desenvolvía en posiciones de ataque.

"Siempre he sido delantero y es lo que me gustaba. Pero un día vi jugar a Barthez con el Manchester United... y desde ese día no conozco otra posición", afirma el senegalés, criado en Dakar por su madre y su tía, que se tuvo que calzar los guantes de manera improvisada en un torneo juvenil local dejando a todos atónitos sólo un día después de ver por la tele al francés de los Red Devils. Era la primera vez que ejercía de portero, siendo ya mayor, y parecía que llevaba haciéndolo desde la infancia. Y es que ese día, Sy salvó a su equipo, que ganó el torneo gracias a una parada suya en el último minuto. "Acababa de ver a Fabian (Barthez) y fue él quien me inspiró", añade, y afirma que no ha perdido esa chispa por ser un jugador más. "Si te fijas bien, aún tengo los instintos de un jugador de campo. Y nunca voy a dejar de salir de la portería".




Y es que Sy no duda en salir de sus inmediaciones si el guión lo exige. En unas ocasiones más acertado que en otras. La campanada la pegó en los octavos de final, donde Senegal se medía a una Ucrania liderada por Viktor Kovalenko, que luchaba por ser el pichichi del torneo y acabó siendo Bota de Plata. Sy mantuvo a raya al killer europeo y acabó forzando los penaltis en un encuentro en el que los africanos fueron tremendamente inferiores. Y desde los once metros llegó su exhibición. Atajó 3 de los 4 que le lanzaron dando el pase a los cuartos de final y a lo largo de todo el torneo demostró que los lanzamientos desde el punto fatídico son su especialidad, parando 4 de los 7 en los que entró en acción. "Tengo un don para los penaltis", relataba tras el partido con una sonrisa de oreja a oreja que no desaparece nunca, ni siquiera en el campo. "No me preguntes qué es porque no sé explicarlo, es sólo algo que yo tengo. Es lo que tengo que hacer para proteger la portería de Senegal y estoy orgulloso de ello, porque soy un verdadero senegalés. Soy un luchador que lo da todo por su gente", sentenciaba.

No se llevó el Guante de Oro, tampoco pudo su equipo quedar entre los tres primeros, pero se quedaron al borde gracias a él. Encajó muchos goles pero salvó de goleadas históricas a un equipo mediocre por el que nadie apostaba siquiera pasar de grupo. Ibrahima Sy es un gato salvaje encerrado en una portería que busca con ansia sentirse protagonista, que no piensa sus acciones y con unas cualidades físicas innatas para dominar por muchos años alguna de las mejores porterías del panorama, quién sabe si la del Manchester de su ídolo Barthez. Tan capaz de la parada más inesperada e imposible como de la mayor líada en una acción sin peligro aparente. Un portero que después de cada saque con la mano ejecuta una voltereta para conseguir dar más potencia a sus envíos. Dicen que un portero ha de estar loco, pero Ibrahima excede la barrera de la excentricidad hasta límites insospechados y si alguien sabe encauzarle por el buen camino, corregir sus defectos y potenciar sus cualidades se acabará puliendo un portero por el que se acabarán pagando millonadas. Pero entonces, no sería Ibrahima Sy. 

"Si le hubiera cortado las alas habría sido mío, no se habría escapado. Pero así, habría dejado de ser un pájaro. Y yo... yo lo que amaba era un pájaro". [Mikel Labea]

Ibrahima Sy, tras la tanda de penaltis contra Ucrania / EFE

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