martes, 16 de junio de 2015

Raúl Jiménez, reivindicación desde el otro lado del charco

Raúl Jiménez, tras su gol ante Chile / GETTY IMAGES

Saltaban las alarmas en el primer partido de grupo para México en su grupo frente a Bolivia por la ausencia de Raúl Jiménez, que acabó con un empate a nada que no agradecieron los que trasnocharon para verlo. Y es que el Tri, que había llevado a su selección B, porque a los mejores los quiere bien dispuestos Miguel Herrera para la Copa Oro, no presentaba en la nómina de titulares al jugador que todos consideran la estrella: Raúl Jiménez.

El delantero del Atlético, que había cruzado el charco como la bandera y líder de ese combinado, en palabras del propio seleccionador, se quedaba en el banquillo de suplentes para disputar sólo media hora en la que presentó voluntad, lucha y ganas. Suficiente para ser el mejor de los peores en un partido con tanta mediocridad. Mucho cambiaron las cosas anoche. Si bien esta Copa América no deja de dar sorpresas, como ver a Bolivia goleando a Ecuador para luego casi ser remontada; o a la Argentina más dominadora que se recuerde dejando escapar un partido que pudo acabar en tragedia paraguaya, o a Brasil pidiendo la hora frente a Perú. Se podía pues, esperar de todo entre la anfitriona (y una de las favoritas) frente a uno de los peores conjuntos.

Hubo goles y espectáculo. Chile fue mejor, pero no materializó su superioridad sobre el campo con goles. O al menos, los suficientes para derrotar a los centroamericanos, porque tantos sí que hubo., seis concretamente Los locales sólo consiguieron ir 10 minutos por delante en el marcador en ese 3-3 definitivo que tuvo de todo: penaltis, manos, goles anulados, patadas a pares, disparos rozando el palo...

La exhibición, la mejor hasta la fecha en el actual torneo, fue por encima de todo un clinic de cómo rematar de cabeza impartido por Vargas, Vidal, y un Raúl Jiménez que al fin tuvo su gol de redención. El méxicano fue el mejor de los suyos, junto a Corona y un trabajador y acertado Vuoso. Quizás los únicos que mantuvieron la compostura y el nivel. El del Atlético mostró sus mejores armas al otro lado del charco, como solía hacer con América, pues en el viejo continente hasta la fecha no ha podido.

Jiménez, fuerte carrocería, hizo uso de su potencia en cortas distancias, aunque su motor se gripa en las largas, y fue el respiro de México para salir de la presión. Su altura le hizo ser el faro del Tri frente a un ejército de enanos chilenos. Con todo, el del Atlético fue una boya solitaria en el océano y, pese a ganar pelotas una tras otra, difícil se le hacía encontrar un socio para combinar. Su momento de éxtasis llegó pasado el ecuador de la primera mitad, con un golazo de cabeza a la salida de un córner, su mejor cualidad. Agarrado, con la pelota en la dirección contraria y saltando en el sitio sin carrera, Jiménez hizo gala de su portentosa técnica de remate para hacer inalcanzable para Bravo una pelota que se acabó colando por la escuadra.



Chile se desató y México se esfumó y se dedicó a aprovechar los errores defensivos de una zaga compuesta por mediocentros. No obstante, el jugador colchonero dejó otros dos buenos detalles, más allá de la lucha y el esfuerzo, que parece haber aprendido del ADN Simeone. Con el partido ya tocando a su fin, una potente carrera suya, tras controlar de espaldas y girarse, empezó a dejar jugadores chilenos retrasados. Pero Jiménez, sólo contra el mundo, vio cómo se le nublaba la vista a medida que se acercaba al área y acabó perdiendo una oportunidad que él había sacado de la nada. 

En el descuento, con los locales rotos de cansancio buscando la victoria y sus compañeros achicando espacios y pegando pelotazos y patadas a partes iguales, un balón fue a caerle en la banda y él, como un recién entrado a la cancha, sacó un slalon mágico entre dos rivales en un destello de calidad, una comba perfecta de dentro hacia fuera que le perfiló para un remate con rosca desde el pico del área. Intentando hacerlo aún más bonito, se cegó buscando una nueva filigrana antes del chut y acabó perdiendo la ocasión totalmente desesperado.

Anoche, Jiménez volvió a ser Jiménez. Hizo gala de su potencia, de su físico, de su remate de cabeza. Fue el mejor de una mediocre México que arrancó un valioso empate ante la anfitriona. Tuvo que volver al otro lado del charco para recuperar su confianza perdida en Madrid y demostró que condiciones y cualidades tiene, y que si logra adaptarse al ritmo del fútbol europeo, los porteros y defensas  tienen que tener un nuevo chico al que temer. 

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