miércoles, 26 de agosto de 2015

La injusticia de nacer antes

Siempre fui el más pequeño de mi generación. Y el más bajito, incluso de las que venían por detrás, aunque eso no sea vinculante. Mucha gente lo obvia, pero la diferencia entre nacer en enero de un año o hacerlo en diciembre del mismo es bastante más importante de lo que se pueda llegar a imaginar. Sobre todo en épocas de desarrollo, infancia. Porque 11 meses de distancia de crecimiento a los 6 años, y a los 12, incluso a los 15, son notorios respecto a lo físico y acaban marcando la diferencia. Un aspecto que multiplica sus efectos si el entorno en que se explayan es en el deporte. Siempre he tenido que lidiar con gigantes de mi misma edad. Monstruos de una cabeza que me sacaban dos y me obligaban a adaptarme al medio o morir. Y yo, en plan Darwin, no me contentaba sólo con luchar con los míos, sino que lo hacía con otros 3 y 4 años mayores. Doble o nada.

Y es que igual que no es lo mismo nacer antes o después en un mismo año, se puede decir que importa mucho hacerlo en una generación u otra. Algo que no se tiene en cuenta en el fútbol de nivel. Algo que bien sabe Víctor Valdés, por ejemplo. Vale que Casillas irrumpió mucho más joven que él. Vale que en casi toda su carrera, el del Madrid estaba por delante del catalán por méritos propios, pero también es justo decir que justo antes de su lesión, Valdés era el mejor portero del mundo. Y no tenía su oportunidad con la selección española. ¿Por qué? Porque Iker había llegado antes, y a ver quién era el majo que le desbancaba ahora.

Robert Enke, con el Hannover / REUTERS
Algo así sucede hoy en la selección alemana con la portería, un puesto donde, como en el caso de Casillas y Valdés, esa situación se magnifica. Nadie se imaginaba cuál iba a ser el trágico final del portero nombrado a liderar a la selección alemana en el Mundial de Sudáfrica 2010.  Y es que Robert Enke, guardameta titular y capitán de la mannschaft, decidió quitarse la vida meses antes de la cita mundialista. Por aquellos entonces, Alemania tenía un buen portero en la recámara como era Manuel Neuer, con 24 años y ya un centenar de partidos a sus espaldas como jugador del Schalke 04. No obstante, en las categorías inferiores de la selección se trabajaba a fuego lento con dos chicos que podrían romper todos los esquemas y recoger con garantías el testigo que dejase Enke poniéndose a la altura de Oliver Kahn. Recuperando un portero de primer nivel para la absoluta desde que el ogro del Bayern se retirase. Y es que Lehmann era mediocre e irregular y Enke, que era un portero de garantías, nunca llegó a ser considerado supremo, top, probablemente por causas psicológicas que conocimos el día de su trágico suicidio.

Neuer, ante Argelia en el Mundial 2014 / REUTERS
Y esa era la idea. Que estos dos jóvenes aventajados, de nombre Bernd Leno y Marc-André Ter Stegen (ambos de 18 años recién cumplidos entonces), se formaran durante unos años hasta que el bueno de Enke tuviera que dejarles paso y se jugaran con sus propias actuaciones quién pasaría a la historia, quién sería el titular y quién quedaría atrás. Todo hacía indicar que sería el hoy meta del Barcelona, de quien se decía iba a ser el mejor portero del mundo. La marcha de Enke antes de tiempo provocó una caída de fichas efecto dominó en cadena. Neuer se encontró con una titularidad que no esperaba y demostró ser un portero normalito en una de las mejores generaciones de Alemania que se recuerdan. Aseado y poco más. Porque de un portero lo más importante es la seguridad y no encajar goles. Lo demás es secundario, pese a que sea el mejor del mundo en ello.

Con él como punta de lanza, Joachim Low se olvidó de los otros dos imberbes y trató de reforzar el puesto de la portería con metas experimentados como Weindenfeller o Adler. Con un juego de pies excepcional, algo inusual para un portero alemán (Contaba Oliver Kahn en el libro que narra la vida de Enke que nunca imaginaba a un portero germano jugando lejos del área pequeña), el Bayern más dominador de los últimos años se hizo con sus servicios. Un equipo al que apenas le llegan a portería, una idea ahora reforzada por Guardiola y un sistema que se extiende al esquema del propio Low en la mannschaft, donde las habilidades con los pies de Neuer se fortalecen. Y es que Neuer es un loco, sí. Capaz de lo mejor y de lo peor. Pero un loco que, salvo ocasiones contadas (como el gran Mundial 2014 que se marcó) no da seguridad defensiva. Se ha demostrado cada vez que el Bayern no ha tenido la posesión por encima del 60%. Cosa que afortunadamente para los bávaros no sucede muchas veces. Es un portero al que le llegan poco o nada, pero al que le hacen gol. Que no salva partidos ni puntos, pero que es muy vistoso por ser diferente. Es un parapenaltis, eso está fuera de toda duda, y posee unos reflejos y una rapidez como pocos. Pero no es el mejor, ni el más completo, ni el más seguro. 

Leno (izqda) y Ter Stegen (dcha) con la Sub 21 / DAS ERSTE
Claro, que ha ganado el Mundial, no sé cuántas Ligas y ha terminado como tercer mejor jugador del mundo en 2014. Y a ver quién es el guapo que le sienta. Vale que Ter Stegen aún está verde. Bastante, pero es un diamante que a sus 23 años tiene poco por pulir y al que sólo le faltan 20 partidos seguidos para convertirse en un top5 mundial. Pero Leno no. Leno, que parecía el segundo en discordia, merece la oportunidad, porque ahora es el mejor. O al menos mejor del que dicen ser el mejor. Aunque no sea el más mediático, ni el más guapo, ni el más loco, ni el que más camisetas vende. Aunque tenga la cláusula de rescisión más baja de todas. 

Kevin Trapp, con el E. Frankfurt / REUTERS
También la merece Kevin Trapp, otro de una generación distinta, entre medias de Neuer y los otros dos. Trapp, que en su juventud parecía un portero aseado y poco más, se ha convertido por méritos propios (y con el hándicap de romperse la rodilla) en uno de los mejores porteros del mundo. El Eintracht de Frankfurt y su afición lo saben. Pero claro, está en una generación perdida. Fue titular en la sub18, y en la sub19, y en la sub20 y en la sub21, pero cuando quiso llegar al primer nivel, ya estaba Neuer. Y Trapp gana partidos. Que se lo digan al PSG, su nuevo equipo donde todavía nadie sabe lo que es meterle un gol. Pero claro, ni tiene un Mundial, ni tiene un bronce en el mejor jugador del año, ni tiene nombre. Porque la mitad de los que leen esto no saben quién es Kevin Trapp, que incluso hoy en día está por encima de Leno

¿Y entonces, es que Neuer es malo? En absoluto. Pero no es un portero supremo, como hoy son Trapp o Leno, dos chicos a los que por más que pruebas parece que nunca vas a marcar. Ni como puede llegar a ser Ter Stegen, que estando en el mismo campeonato que Neuer ha ganado varios premios a mejor portero de la competición. Y qué curioso, que el mejor portero del mundo y el tercer mejor jugador del planeta, no está en realidad ni entre los 3 mejores porteros de su país. Es como ese equipo que reina en el mundo pero no es capaz de vencer al equipo de su ciudad. O no. El caso es que mientras escribo esto, Neuer tiene el reconocimiento popular. Menos cuando le tiran, entonces surgen dudas. Menos mal que casi nunca lo hacen, porque si va a puerta suele ser gol, a no ser que sea desde los 11 metros. Y Trapp en su casa, viendo por la televisión, igual que Leno, cómo el no mejor portero de Alemania se convierte en un top3 mundial. Y Stegen a medio camino, sin saber si se convertirá o no en un quiero y no puedo.

Y todo por unos meses, o unos días, o por el malogrado Robert Enke que sin saberlo, con su decisión, juzgó la carrera de cuatro tipos. Uno que iba camino de convertirse en mediocre o normalito (y que lo es) pero del que dicen es el mejor del mundo en lo suyo, y tres que lo son. O lo pueden ser, o al menos están a la altura, pero que no pueden demostrarlo a ojos internacionales. 

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