domingo, 6 de diciembre de 2015

Oblak echa el cerrojo a noviembre, ya empieza con diciembre



Hay que buscar un mote a Jan Oblak ya. No puede ir un tipo como él por la vida sin un sobrenombre que haga justicia a su buen hacer sobre el campo. Iceman, por ejemplo, le vendría como anillo al dedo. Oblak es ese tipo que parece no enterarse absolutamente de qué va la historia, que pasa desapercibido durante 89 de los 90 minutos del partido pero que al final siempre hace justicia a esos 16 millones de euros que invirtieron en él hace año y medio. Oblak ha cerrado el mes de noviembre sin saber lo que es encajar un sólo gol. Un dato que le permite liderar y estar a la cabeza en las estadísticas de todos los grandes cancerberos de las mejores ligas. De momento, tampoco nadie le asusta en diciembre.

Lejos queda ya esa época en la que el Atlético cambiaba cromos en la delantera con un rendimiento superlativo. Esa suerte ahora se ha centrado en la propia portería, que lleva bien cubierta desde la explosión de De Gea en el primer equipo hace cinco años tras una lesión de un Asenjo que, si bien era el mejor proyecto de guardameta nacional, se quedó por el camino. Con la marcha del hoy jugador del Manchester United apareció Courtois, un desconocido pulpo belga que durante tres años multiplicó sus tentáculos para ganar una Liga y una Copa, entre otras cosas, siendo determinante en los partidos decisivos. Enamoró a la plantilla con su simpatía y a la afición con su humanidad y humildad. Aún sigue visitando Madrid cada pocas semanas pese a vivir en Londres. El haber tenido al belga a préstamo es una de las espinitas clavadas que siempre quedará en la Ribera del Manzanares y por eso, en busca de un Courtois propio, el año pasado llegó Oblak, previo pago de 16 millones de euros. Mejor no regatear y que se lo acabe llevando otro.

La puesta en escena del esloveno era la misma que la del belga. Un absoluto desconocido de 21 años que apenas contaba con unos pocos partidos como titular en el Benfica. La cantidad de triquiñuelas entre el Atlético y el club portugués (Pizzi, Salvio, Roberto o Raúl Jiménez) y el alto coste del traspaso, con la posibilidad añadida de que Jorge Mendes hubiera mediado, hacía dudar hasta el menor de los escépticos de que un chanchullo empresarial y nada futbolístico podría estar a la vista. No era así.

Y eso que aquel partido del Pireo que abrió la Champions pasada aún ronda la cabeza de más de uno. Entonces, un Oblak que venía corto de preparación y que había perdido la batalla por la titularidad en detrimento de Moyá por una lesión en la cadera debutó como rojiblanco en un partido que Mitroglou se empeñó en convertir en catástrofe. Se pudo redimir el bueno de Jan en la Copa, alternando exhibiciones con algún que otro patinazo hasta que el nuevo Barcelona del renacido Messi se topó en su camino. Aquel partido supuso el punto de inflexión para el Triplete de Luis Enrique en una Barça que iba a la deriva, directo a estrellarse. Su redención llegó en Champions, ante el Bayer Leverkusen. Una lesión de Moyá le dio la titularidad que ya todo el Vicente Calderón pedía y que Simeone no se atrevía a dar y en sus primeros minutos ganó una tanda de penaltis a los bávaros.

Igual no tengo mucho criterio para analizar porteros y si alguno ha llegado hasta aquí deja de leer en el momento en el que digo que Neuer no sólo no me parece el mejor portero del mundo, sino que ni siquiera le meto en el podio alemán. Creo que Trapp y Leno están bastante por encima y que a Ter Stegen sólo le hacen falta 10-12 partidos seguidos para ser el mejor de todos. Lo que sí que tengo muy claro es que a día de hoy, el más destacado en el panorama mundial es De Gea. No hay nadie a su nivel, y por debajo de él, además de los dos alemanes ya citados, hay una terna con Oblak, Courtois, un renacido Buffon, el infravalorado Joe Hart y Keylor Navas. Bravo me parece cumplidor, eficaz. Apunten a Predrag Rajkovic, por cierto.

El caso es que con un sistema defensivo impoluto, aunque mejorable (Simeone sabe de lo que hablo), el Atlético de Madrid de Jan Oblak es el equipo que menos goles ha recibido en todas las grandes ligas. Sólo seis tantos encajados, dos de ellos de penalti, por los los ocho que han recibido PSG y Bayern, los nueve de Inter y Nápoles y los 10 del Manchester United. 12 el Real Madrid, 13 el Barcelona. Son seis también los encuentros que lleva consecutivos sin recibir un tanto el esloveno. El último en conseguirlo, Lucas Pérez, tras un error bochornoso de Giménez ante el que nada podía haber hecho. 553 minutos sin recoger un balón de su red desde entonces. Suma y sigue. Normal que suene el 'Obi, Oblak, cada día te quiero más' cada jornada. No tan habitual es que se anime a cantarlo el narrador de BeIN Sport Francia en pleno directo, como hizo en el duelo de Champions ante el Galatasaray entre risas de su compañero.

Esta temporada suma 13 partidos imbatido, dejando la portería a cero. Cifras que sólo Kevin Trapp supera. El alemán lleva 14, aunque el esloveno ha jugado 19 encuentros por 22 del jugador del PSG. A este ritmo, fácilmente superable. Encaja menos de un gol cada dos partidos desde que debutó y en la Liga sólo ha recibido 12 goles en los 25 partidos jugados

Oblak parece que no está, pero está. Equipos como el Espanyol, que no pisaron siquiera el área rojiblanca, ayudan a mantener la estadística en todo lo alto. Otros como la Real Sociedad, el Betis o el Granada, que llegan dos veces con ocasiones manifiestas de gol que el esloveno, frío, sin tocar un balón en todo el partido, espanta con aplomo. Mucho mejor que esos porteros que necesitan de paradas y paradas para entrar en calor y dar la talla. Oblak da seguridad por arriba y es un portero colosal en el mano a mano. Que le pregunten a Gareth Bale. Que llega a las esquinas más escondidas de su portería lo saben los rivales, a quienes se les empequeñece la potería cuando el esloveno sale a tapar. El último Zamora rojiblanco fue Courtois, que llegó acompañado de un título liguero. Nadie parece hacerle sombra a Oblak en la lucha por el trofeo individual. 

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