lunes, 9 de febrero de 2015

Adrian Doherty, la estrella que nunca vimos

"Imagina un poco de Giggs, un poco de Andrei Kanchelskis (uno de los mejores extremos de la década de los 90) y un poco de Cristiano Ronaldo. Después, mézclalo todo. Eso era Doherty". Así define Tony Park a Adrian Doherty. Park es un veterano curtido en mil batallas que trabaja ojeando a los jugadores jóvenes del Manchester United desde hace más de 40 años, una de las voces más autorizadas del vestuario de los red devils y uno de los hombres de confianza que tuvo en su día Sir Alex Ferguson.

Y es que hoy, que está tan de moda la llamada Class of 92, el nombre que recibe la hornada de jugadores canteranos del Manchester United que acabó dando tardes de gloria en Old Trafford, es imposible no acordarse de aquel chico nacido en Irlanda del Norte que estaba destinado a liderarla y a quien el destino se empeñó en impedírselo. Ryan Giggs (entonces conocido como Wilson), Paul Scholes, David Beckham, Nicky Butt y los hermanos Phil y Gary Neville son los seis protagonistas que componen este grupo mítico de juveniles que se convirtieron en estrellas a los que incluso les dedicaron un documental hace algo más de un año. Con ellos jugaba Doherty, fichado por el club de Sir Alex Ferguson a los 14 años (venía de un club de Irlanda del Norte) y considerado la mayor promesa de aquella brillante camada. 

"Durante todas estas décadas sólo he estado seguro de cuatro chicos que llegarían a triunfar: Norman Whiteside, Paul Scholes, Ryan Giggs y Adrian Doherty", reconocía Park, que recordaba. "Uno de los entrenadores del club solía decir que Giggs tenía rapidez y una prodigiosa pierna izquierda; Scholes podía utilizar ambos pies sin que se notaran diferencias, pero Doherty lo tenía todo".
Class of 92. De izquierda a derecha: Ferguson, Giggs, Butt, Beckham,
Gary Nevile, Phil Neville, Paul Scholes / OFFSIDE / MIRRORPIX
¿Dónde quedó su carrera entonces? Donde quiso su rodilla. Sir Alex Ferguson le convocó con 16 años, en marzo de 1990, cuando empezó a entrenar con el primer equipo. No debutó, pero despertó la curiosidad de aquellos que no conocían a Doherty, la mayoría, empezando por la propia directiva, que desconocía cómo iba la parcela de desarrollo del club y no miraban más que los resultados del primer equipo. Cuando se enteraron de la perla que tenían entre sus manos, trataron de presionar por todos los medios a Ferguson para se decidiera a darle la oportunidad. Estaban convencidos del impacto que tendría su aparición y tenían la seguridad de tener en sus manos al nuevo George Best, el mejor jugador de la historia del Manchester. Incluso recibió la llamada del seleccionador de Irlanda Sub21 para un partido, pero Ferguson, siempre protector de sus jóvenes, no dejó marchar al chico al considerarle demasiado pequeño.

Alguien que bien conoce la historia de Doherty es Brendan Rodgers, hoy entrenador del Liverpool. Nacidos los dos el mismo año y siendo ambos de Irlanda del Norte, compartieron varias tardes de juego y algún equipo menor. "Todos le llamaban El Doc", decía. Cuando Rodgers llegó en 1990 al Reading, allí estaba Jim Leighton, cedido por el Manchester United. Se pusieron a hablar sobre la vida en Old Trafford y entonces la conversación se desvió. "Le pregunté si conocía a un chico juvenil del equipo, del que me habían hablado muy bien, y me dijo que no. La misma respuesta que recibí al hablar de otro", apuntaba Rodgers. "Entonces, mencioné que conocía a un chico norirlandés llamado Adrian. ¿El Doc? me dijo, El Doc es como una leyenda".

El Man. United en un partido de FA Cup (Juvenil). Doherty (abajo a la
derecha) en el mismo equipo que Giggs (segundo por arriba) / MAN. UNITED
"Extremadamente tímido, un juvenil de primer año pero que puede regatear a la máxima velocidad y disparar con las dos piernas", escribían los tabloides británicos aquel día de su primera convocatoria. Pero sólo unos días después de ello, cuando por fin iba a debutar con el primer equipo, recibió la peor de las noticias: se había roto los ligamentos de su rodilla. Quizás la peor de las lesiones hoy en día, ni imaginar puedo cómo era hace cinco lustros. Muchos de los jugadores que sufrían este percance ni siquiera podían volver a pisar un campo.

Siete meses se pasó apartado, ayudado de muletas más de la mitad de los días y con la esperanza de volver a jugar algún día. Justo cuando estaba totalmente recuperado, a unos días de recibir el alta médica, el drama se volvió a topar con él. Misma lesión y esta vez más de un año apartado de los terrenos. Nunca se recuperó ni física ni mentalmente. Su carrera se consumió en una sala de fisioterapia y su maltrecha rodilla no le permitió más que vagar un tiempo en el equipo juvenil del Manchester primero y tres partidos en el Derry City después, un equipo cercano a su ciudad de nacimiento. Tras darse cuenta en esos tres encuentros de su incapacidad para volver a jugar al fútbol, decidió retirarse a la edad de 19 años. Nunca llegó a debutar con el primer equipo del Manchester. Su padre, Jimmy, criticó al club alegando que no habían hecho todo lo posible desde la rehabilitación para que su hijo volviera a jugar al fútbol. 

A. Doherty / DERRY JOURNAL
Intentó ganarse la vida con su otra pasión, la música. Decían de él que era un tipo distinto, bohemio y que siempre tenía un hueco entre entrenamiento y entrenamiento para reflexionar, filosofar y dar rienda suelta a su mente, alimentando diariamente su cerebro. Solía acudir a los entrenamientos con su guitarra bajo el brazo y Robbie Savage, que estaba en la academia del Manchester pero jugaba en el equipo de los que eran un año mayores, recuerda escuchar sus melodías sinfónicas desde el vestuario de al lado. "Era un tipo que prefería escribir poemas antes que ir al pub a beber cerveza", señalaba. "Era un jugador habilidoso, fuerte y valiente pero lo que más recuerdo es su personalidad y su inteligencia. Le encantaba hablar sobre música, libros y poesía", añadía a la historia Brian McClair, antigua estrella de los red devils. "La verdad es que nunca se sintió una superestrella, ni se le subió el ego. Él no estaba interesado en los cortes de pelo, el look o los coches, como los chicos de su edad y categoría", apuntaba su padre. Y es que al Doc era habitual verle sentado en el acantilado (antiguo campo de entrenamiento del Manchester) viendo el atardecer británico, siempre acompañado de su guitarra, llevando jerséis holgados y anticuados y escribiendo nuevos versos en su libreta. 

Pero nunca triunfó tampoco con la música. Su don era el fútbol y se lo habían arrebatado. Brendan Rodgers recuerda que tenía muchas ganas de entrar de verdad en el mundo de la música, pero no lo consiguió. Su banda, con la que versionaba letras de grandes artistas como hacía en las fiestas navideñas del Manchester, nunca llegó más allá de su pueblo y decidió abandonarlo. Trabajó un tiempo en una fábrica de chocolate hasta que decidió mudarse a vivir a Ámsterdam.

Era el año 2000 y abril, el mes elegido para ir a trabajar a una empresa de muebles de la capital holandesa. A la vez que él viajaba hacia la ciudad tulipán, sus ex compañeros levantaban la sexta Premier League en ocho años y defendían el título de la Champions League que habían obtenido sólo unos meses antes ante el Bayern de Múnich en la final mágica de Barcelona. Giggs, Butt, Beckham, Scholes y los Neville, los mismos seis que habían compartido con él vestuario y aquellos de los que se decía que eran los complementos ideales para Doherty, el verdadero futuro. No llevaba más que unas semanas trabajando en aquella fábrica de muebles cuando una fría mañana, de camino al tren, la tragedia se volvió a apoderar de él, esta vez para siempre. Resbaló y cayó al canal, estuvo un mes en coma. Falleció el 9 de junio del 2000, un día antes de su 27º cumpleaños. 

Ahí acabó su historia, de la que muchos quisieron ser parte. Antes de recibir la primera llamada del Manchester, el Arsenal había tenido la oportunidad de firmarle, pero no lo hizo. Pat Rice (más de 15 años como segundo de Wenger y toda una vida ligada al club gunner) definió el error de no ficharle como "una mancha en el currículum". También le quiso Brian Clough, que afrontaba sus últimos años como técnico del Nottingham Forest. Matt Bradley, su descubridor en Irlanda y el hombre que alertó al Manchester United de la joya que tenía entre manos, afirmó en su día que con 14 años, era "el mejor jugador que había visto en Irlanda en los más de 30 años que llevaba como entrenador".

El Manchester United le homenajeó en 2007, en un número especial de su revista Inside United. En ella, Giggs, el chico al que eclipsaba por la otra banda cuando eran unos adolescentes, le definía como "formidable". "Ryan Giggs y los Neville te admitirán que El Doc era el mejor de todos ellos", afirmaba Brendan Rodgers y Gary (Neville) añadía que era "un chico bonachón, que no se metía en problemas y no quería nunca llamar la atención". Hace varios meses se planeó la idea de hacer un libro que cuente su historia, que ya está en camino, y contará con aportaciones de calidad. Ferguson tendrá un capítulo y Rodgers otro, y seguro que el elenco principal de esa generación que él lideraba aportará su granito de arena. Porque Doherty, que terminó su carrera sin antes empezarla y perdió la vida cuando estaba encendiendo la llama, nunca será olvidado por aquellos que le vieron tocar alguna vez la pelota. Era una superestrella sin querer serlo. Concretamente, la que nunca pudimos ver.

Doherty, con el juvenil del Manchester United / ROSS KINNAIRD / EMPICS