miércoles, 25 de noviembre de 2015

Juninho Paulista, cuando el balón sonreía

Edmundo (I), Juninho y Ronaldo (D) en Wembley, en 1995 / GETTY IMAGES
Crecí contemplando un póster a tamaño real (tampoco era muy grande, la verdad) de Juninho Paulista que escondía una de las paredes laterales de mi antigua habitación. Su disposición era tal que cuando abría el armario para coger alguna camiseta, su imagen desaparecía por momentos. No me gustaba abrir ese armario, lo reconozco. Decían los que jugaban con él, que cuando Juninho tocaba la pelota, ésta sonreía, enamorada de la dulzura y el mimo con la que el paulista le trataba.

Oswaldo Giroldo Junior (Sao Paulo, 1973), como se llamaba, como figuraba en el reverso de los cromos que coleccionaba y como mi hermana y yo, que entonces jugábamos a aprendernos los nombres de los jugadores y su dorsal, le llamábamos. Aunque el mundo entero le conocía por Juninho en sus inicios como jugador. Más tarde, por la condición de haber salido de Sao Paulo y por la existencia coetánea de otro Junior que se hacía llamar Juninho Pernambucano, el de mi póster añadió 'Paulista' como su apellido ficticio para darse a conocer al mundo entero con su verdadero nombre artístico: Juninho Paulista.

Juninho nunca llegó a ser ese jugador para el que no había techo que apuntaba a ser tras una gravísima lesión sufrida en 1998, cuando militaba en las filas del Atlético de Madrid. Una entrada criminal de Míchel Salgado, entonces en el Celta de Vigo, le rompió el peroné y los ligamentos del tobillo de la pierna izquierda y marcó un punto de inflexión negativa en su carrera.

Juninho, en su debut con el Sao Paulo / SAO PAULO
Pero vayamos por partes. Con 19 años, una edad bastante tardía si lo comparamos con la actualidad, el modesto Ituano, el equipo de su municipio y que se ha batido siempre entre la tercera y la cuarta división del fútbol brasileño, realizó un papel notable en el Campeonato Paulista gracias a que en sus filas jugaba un extraordinario jugador de sólo 1'65 metros de altura. Sí, Juninho. Su buen hacer bien le valió un fichaje por el Sao Paulo, uno de los mejores equipos brasileños del momento, y pudo jugar en la Serie A a los 20 años. Su tarea no era fácil, pues debía hacer olvidar al magnífico Raí, que acababa de hacer las maletas para enrolarse en las filas del Paris Saint Germain, donde acabaría siendo una estrella. Con él siempre como titular en la mediapunta gracias a la confianza del técnico Telé, el Sao Paulo pudo revalidar la Copa Libertadores y se alzó también con la Copa Sudamericana y la Copa Intercontinental, doblegando en esta última al poderoso Milan de Fabio Capello.

Juninho, en los JJOO 96' / GETTY
El 22 de febrero de 1995, el día que cumplía 22 años, el histórico Mario Zagallo le hizo debutar con la selección absoluta como titular ante Eslovaquia en un encuentro amistoso. Aquel día no marcó, pero dio cuatro asistencias en la victoria por 5-0. Con el 9 a la espalda, compartiendo delantera con Bebeto y alineación con otros como Cafú, Branco, Taffarel, Aldair o Dunga, Juninho ya nunca abandonaría la verdeamarela. Con motivo de su destape mundial, ese mismo verano, un histórico inglés como el Middlesbrough desembolsó cerca de seis millones de euros para hacerse con sus servicios. En el Boro militaría dos campañas y realmente sería ahí, en la Premier League, donde se haría adulto y se terminaría de forjar como jugador. En un juego tan duro, a veces violento, donde los defensas llevan en el ADN el 'o pasa el balón o pasa el jugador', Juninho, menudo, con apariencia de débil, aprovechó su buen tren inferior y de su desventaja física sacó una virtud: ser más listo que el rival. Con su velocidad de piernas, sobre todo de arranque, no importaba que el brasileño, que jugaba como segundo delantero, fuera frágil en el aspecto físico y su estrategia era no usarlo. Se despegaba siempre del rival, buscaba el regate, la imaginación, la velocidad que le caracterizaba para, una vez controlada la pelota, ser imparable. Entre medias de ese primer año y el segundo, en el verano de 1996, voló a Atlanta para jugar con la selección brasileña el torneo de fútbol de los Juegos Olímpicos. Allí, con compañeros de la talla de Rivaldo, Ronaldo, Flavio Conciençao o Bebeto, logró la medalla de bronce. Las marcas se peleaban por él y fue Nike quien consiguió su imagen, haciendo de él una estrella mediática.

Juninho, con el Middlesborugh / GETTY IMAGES
Tras un primer año de adaptación, que fue muy bueno, con el equipo en mitad de tabla todo el curso, en su segunda campaña destapó el frasco de las esencias, si bien fue un año para olvidar para el club del noreste de Inglaterra por el destino final, aunque a nivel de resultados la campaña hubiera sido de las más exitosas de la entidad. Y es que el Boro descendió a Segunda División en la última jornada y perdió la final de la FA Cup y de la Capital One Cup, la última incluso en un replay. Ravanelli y Juninho se entendieron a las mil maravillas y formaron una delantera letal que no pudo salvar del caos al Middlesbrough y el brasileño, que marcó 13 tantos en la competición doméstica, se llevó el premio al mejor jugador de la temporada, un galardón que a día de hoy han conquistado algunos futbolistas como Shearer, Owen, Vieira, Bale, Hazard, Rooney, Henry o Van Nistelrooy, Cristiano Ronaldo, Lampard o Luis Suárez. Además, es el único jugador que lo ha alzado en la misma temporada en la que su equipo desciende de categoría.

Juninho, con Kiko y Vieri en el Atlético
Como la 1997/98 era una temporada crucial para el Mundial de 1998 de Francia, Juninho emigró en busca de minutos de calidad para no quedarse atrás en la lucha por un puesto con la selección y su destino fue España. Aterrizó en el Atlético de Madrid, petición expresa de Radomir Antic. El Atlético, que había conquistado el doblete de Liga y Copa un par de campañas antes, se adelantó a clubes como Real Madrid, Barcelona o Milan (en palabras del propio Jesús Gil) y se hizo con los servicios del sudamericano por una cifra cercana a los 15 millones de euros. El interés mostrado por el técnico balcánico (quien sólo había sido más insistente con Pantic dos años antes que con Juninho) sedujo mucho al brasileño, que se convirtió en uno de los jugadores más caros en llegar al equipo de la capital y aterrizó en España al lado de Vieri. Juninho jugó como enganche en un esquema en rombo por detrás del propio italiano y de Kiko, a quien cataloga como "uno de los jugadores con más calidad del momento". Su puesta de largo no pudo ser mejor y a los 15 minutos de debutar ya había marcado. Para más inri, la víctima había sido el Real Madrid en el partido inaugural de la temporada. Se metió a la afición en el bolsillo. El Atlético logró engrasar la máquina tras un inicio dubitativo y al inicio de la segunda vuelta ya había remontado hasta la cuarta plaza, a sólo siete puntos del Barcelona, líder. Los siete meses de Juninho como rojiblanco invitaban a pensar que, de la mano de uno de los mejores talentos del mundo, volverían los títulos al Manzanares. El 1 de febrero de 1998 el equipo colchonero visitaba Vigo, se medía a un Celta que disfrutaba de jugadores como Dutruel, Mostovoi o Karpin. Pero también estaba Michel Salgado...

Con 1-1 en el marcador y en el ecuador de la segunda parte, Juninho realizó la internada más cara de su vida. Como solía hacer él, entrando desde atrás sorprendiendo, aprovechando los espacios libres, los huecos, con una velocidad inalcanzable para las defensas rivales. Juninho se coló entre la zaga, condujo el balón como un rayo hasta la portería del Celta y cuando estaba cerca de marcar, Michel Salgado, sin posibilidad alguna de jugar el balón, le destrozó la pierna izquierda: Rotura del peroné y rotos todos los ligamentos del tobillo izquierdo. Y ahí se acabó la historia estelar de Juninho, que dejó de ser un jugador superlativo para, una vez recuperado, convertirse en un mortal con tendencia a las lesiones. Un jugador de cristal. El colegiado no señaló ni falta (aunque a instancias de su linier posteriormente sí lo hizo), pero lo que más molestó al brasileño fue la actitud de Salgado, que se levantó diciendo que había tocado el balón. (Advertencia, el vídeo puede herir la sensibilidad). 


"Estaba en el mejor momento de mi carrera (era el mediapunta titular de la selección brasileña, portador del histórico número 10) hasta esa entrada desleal. El balón lo tenía muy lejos, no tenía intención de ir a por él. Es un buen jugador, le he visto varias veces, pero es violento. Siempre lo ha sido. Para mí fue muy doloroso, truncó parte de mi carrera", admite, y añade que nunca podrá perdonar a Salgado. "En ese momento no quería saber nada de él, no quise aceptar sus disculpas. Esa lesión terminó con mi etapa en el Atlético". Un Salgado que, en realidad, nunca se pudo disculpar, Juninho no le dejó. "He llamado a Juninho para disculparme, no para arrepentirme porque no tengo que hacerlo. Pero no se ha querido poner", afirmó el defensa. En aquel momento, lo que más preocupaba al brasileño era el Mundial. Cuando el Doctor Villalón lo llevó a los vestuarios, lo único que salía de la boca de Juninho era: "Doctor, ¿y el Mundial?". Las primeras exploraciones indicaban que tardaría cinco meses en recuperarse y que, obviamente, se perdería la cita internacional. Cuando le comunicaron que había que operar, no logró mantenerse firme y, ya ingresado en un hospital, junto a su padre, rompió a llorar. La primera noche de muchas en soledad, tristeza, melancolía y lágrimas. Sabedor de lo que pudo ser y no fue. "No quiero hablar sobre la jugada. Si lo hago diría cosas que no iban a gustar a Michel", señaló justo nada más salir del quirófano, preguntado por los medios.

Desde el Atlético, en cambio, no se entendía que el colegiado no hubiera amonestado a Michel Salgado. "Alguien me tendrá que explicar cómo tengo un jugador con la pierna rota", puso leña al fuego un enfadado Radormir Antic. El Comité de Competición entró de oficio y con carácter excepcional, suspendió al jugador durante cuatro jornadas. La decisión no fue bien acogida en Vigo y desde el club se instó a la afición a realizar una manifestación para luchar por eso que consideraban como injusto. El Comité de Apelación le retiró la sanción, y a Salgado le salió bien barato acabar con la carrera de un jugador. "Mi sensación es la de un hombre al que se le ha hecho justicia. Se ha demostrado que yo tenía razón. Esto es fútbol, unas veces uno se lesiona y otras no", argumentó Salgado tras conocer su indulto.

Juninho, apartado en el Cerro del Espino / MARCA
Volvió a los seis meses y en su puesta en escena, en un partido de pretemporada contra el Chelsea, anotó dos goles en la goleada (4-0) ante los londinenses. Por un momento, pareció como si nunca se hubiera ido, como si esos seis meses de terror nunca hubieran existido. La realidad era bien distinta. Y es que Radomir Antic ya no seguía como entrenador del Atlético, Vieri se había esfumado y Kiko, que se rompió los dos tobillos, no pudo jugar más que 10 partidos en todo el año. Arrigo Sacchi era el nuevo técnico y desde el primer día su mala relación fue notoria. A Sacchi, ultradefensivo, no le gustaba la alegría de Juninho ni su concepto del fútbol. Más de un entrenamiento y de dos acabó apartado, aunque terminaba recurriendo a él por falta de efectivos. El brasileño acabó con ocho tantos en Liga, sólo a uno de Jose Mari, que fue máximo goleador aquella temporada y deleitó con jugadas de calidad como esta que hoy conocemos como Joaquininha. Juninho fue pionero en ejecutarla en nuestro fútbol.

Tras decirle que no tenía ritmo para el fútbol europeo, que era blando y que nunca se adaptaría al fútbol español, Sacchi le puso en el mercado invernal. Cerca estuvo el Aston Villa de ficharlo, pero el jugador decidió permanecer en el Atlético. Los rojiblancos no estaban pasando un buen momento, Sacchi estaba en el alambre y con un cambio de entrenador (que se produjo nada más cerrarse el mercado invernal) podría tener una oportunidad de volver a brillar en un fútbol más adecuado al suyo. Primero Carlos Aguiar y luego la vuelta de Antic, Juninho volvió poco a poco a sentirse futbolista en esquemas más a su antojo. El balcánico logró salvar la categoría de un Atlético que ya estaba gestando su descenso a Segunda, que no tardaría en producirse. No contentos con el hacer de Sacchi, los rojiblancos contrataron a Ranieri en la 1999-2000. Más de lo mismo. Lo primero que hizo el italiano nada más llegar fue declarar transferible al brasileño, que se acabó marchando cedido al Vasco de Gama en su país. Le había entrado morriña. "En el Vasco recuperé todo el tiempo perdido. Volví a ser importante en mi país y regresé a la selección".

El Atlético, por su parte, descendió a Segunda y, aunque él se ofreció a jugar en el infierno, la idea del club seguía siendo la de hacer caja con él y liberarse de las fichas más altas. El Flamengo se interesó por él, pero a última hora el Middlesbrough consiguió hacerse con sus servicios para que volviera a la Premier League. Era año de Mundial, nuevamente, y aunque había desaparecido de la primera plana mundial, Scolari no se olvidó de él cuando confeccionó su lista para la cita de Corea y Japón. Había sido el jugador que había marcado las diferencias en años anteriores y, aunque otros talentos de su generación como Rivaldo o Ronaldo estaban por delante, Felipao le quiso brindar la oportunidad de jugar el Mundial del que le habían privado cuatro años antes.

Juninho y Ronaldo en el Mundial
2002 de Corea y Japón / GETTY
Con 29 años, aunque ya visiblemente cascado físicamente, Juninho fue un jugador fundamental en aquella Copa del Mundo, la última conquistada por Brasil. Titular en los cuatro primeros partidos (tres de grupo y los octavos de final) y con minutos en la final, jugó en el doble pivote junto a Gilberto Silva. "No jugaba en mi posición, no brillaba, pero yo lo que quería era ayudar". Tras su coronación, varios equipos quisieron contratarle, aunque por su cabeza, hasta que no le dijeran lo contrario, pasaba seguir siendo jugador del Atlético. "Si al Atlético le interesa la vuelta de Juninho, a él también le interesa volver", señalaba su padre y representante. "A él siempre le gustó el equipo, pero por una determinada situación se vio forzado a salir", añadía. No obstante, el club rojiblanco, recién retornado a Primera, decidió hacer caja con él y prescindir de la que era ficha más elevada de la plantilla. Retornó al Middlesbrough por tercera vez, donde estuvo una campaña con sabor agridulce, pues una grave lesión se volvió a topar en su camino. Nada más comenzar la pretemporada, se rompió el ligamento cruzado de su rodilla. Fue la segunda lesión grave de su carrera. Con 31 años se mudó a Escocia para heredar el 7 de Henrik Larsosn en el Celtic de Glasgow. Estaba comenzando el fin de su época como futbolista. Dos años más en Brasil (en Palmeiras) como antesala del fútbol exótico. Se marchó a Sydney con 34 años. Su calidad le daba de sobra para ser el mejor jugador de la Liga, pero su físico le dijo basta.

Decidió entonces dejarlo y volver a Ituano, a presidir el equipo donde todo había empezado 15 años atrás. El mal hacer del equipo y la poca profundidad de plantilla hicieron que en 2010, ya con 38 años, decidiera calzarse las botas por última vez. Alternó la administración con el césped y se convirtió en presidente-jugador para disputar el Campeonato Paulista de ese año. En la última jornada, con todo casi perdido, el Ituano debía ganar a la Portuguesa a domicilio para lograr la permanencia. Tras irse al descanso perdiendo 2-0, en la segunda mitad los chicos de Juninho le dieron la vuelta al marcador logrando el objetivo. Y así, sin más, pasaron por delante casi 20 años de su vida como futbolista. Un jugador de otra época, de otra galaxia. Que vivió del éxito en su juventud, que llevaba con orgullo la camiseta número 10 de Brasil, el jugador llamado a liderar a la verdeamarela en el Mundial de Francia, aquel que pelearía por Balones de Oro y de cuyo techo no se tenía constancia. El mismo que desapareció una fatídica tarde en Vigo por una grave lesión. No recuerdo a nadie que de verdad viera jugar a Juninho y que no le considerase como uno de los mejores jugadores de la época. Salvo Sacchi, claro.

domingo, 22 de noviembre de 2015

El 4-3-3 no se negocia


Igual que el esfuerzo, el 4-3-3 debería ser innegociable para este Atlético de Simeone. Lleva años ya el argentino intentando confeccionar un sistema que nunca ha terminado de cuajar, por unas cosas o por otras. El fracaso de Cerci y el descubrimiento de Griezmann como cazagoles jugando dentro del área echaron para atrás esa primera idea del Cholo para un juego más de posesión y más estructurado en defensa del que viene practicando el equipo meses atrás. Arda Turan era el único escollo para ese cambio de sistema y sin el turco en el equipo, que habría sido el más perjudicado, parece incomprensible que no se termine por jugar así de una vez por todas. 

Ante el Betis al fin se volvió a ver un trivote conductor de juego y dos alas bien abiertas para volar al contragolpe, y eso ya no debe cambiar. La nueva táctica permite brillar a Yannick Carrasco, bien pegado a la cal, más liberado de tareas defensivas, arropado por esa linea de medios y dedicarse a correr hacia arriba, como le gusta, donde hace daño. Buen refuerzo este dorsal 21. El desparpajo hecho persona. Mitad belga, mitad andaluz, cual superhéroe. No se veía un desborde tan eficaz como sencillo desde Simao. Podemos ver también a Tiago incrustado entre Koke y Gabi, que le escoltan, le ponen la alfombra roja que se merece. Koke, por cierto, es probablemente el jugador más beneficiado de este nuevo sistema. Centra su posición, entra más en contacto con el balón, posee libertad para moverse con la pelota, se asocia en corto, en largo y sale de la banda en la que, pese a jugar más adelantado, no es tan determinante y pasa más desapercibido desde que no tiene a Diego Costa al lado.

Es una pena que el gol del Atlético ante el Betis llegase tan pronto. Por aquello de que los equipos, salvo en casos contados, suelen guardar más cuando se ponen por delante. Ya no es que quieran ellos, sino que el rival también juega y ha de dar un paso al frente. Parece bastante claro que Simeone ha tardado en ejecutar ese cambio de pizarra porque los automatismos del 4-3-3 aún no están aprendidos. El equipo se pierde a la hora del repliegue en algunas acciones puntuales, quedan huecos libres y el balance, a veces, tiene algunas grietas lógicas tras el repentino cambio de sistema de años y años. Cuestión de perfeccionarlo cada mañana. Lo que no se puede negar es que en ataque se da otro aire. La movilidad, la alegría que se impregna en el juego, el continuo baile de posiciones, la asociación de los pequeños y los jugones. Hasta Torres, que llevaba jornadas perdido, se sintió cómodo jugando arriba, como único punta entre dos centrales, como ha hecho toda su vida a nivel de clubes.

Este 4-3-3, a veces 4-5-1 en el repliegue o 4-1-4-1, no se debe cambiar nunca más, salvo partidos escasos donde se deba buscar más solidez a sabiendas de que no se va a ser dueño del balón. Salvo momentos puntuales de un partido donde haya que hacer algún ajuste. No sufrió el Atlético al final, por mucho que digan, pese a que el Betis apretara en los últimos minutos más con orgullo que con fútbol. De un partido que debía haber estado sentenciado en la primera hora y donde el equipo local se pudo ir con tres o cuatro goles de diferencia sin casi darse cuenta. Y este es el camino a seguir. Lo agradecerán los laterales, que se pueden seguir sumando al ataque como hasta ahora con más paciencia. Lo agradecerán los medios. Tiago reparte su tarea defensiva y Koke crece de forma exponencial. Lo harán también Kranevitter, cuando llegue, y Saúl, cuando vaya entrando. Lo agradecerá Carrasco, y también Griezmann. El paso ahora es encontrar aquel que se encargue de hacer los goles. Jackson no está, tampoco se le espera. Torres busca su gol número 100 desde hace meses y Vietto, a quien sería injusto juzgar por su apendicitis (yo sé lo que es eso), tiene que subirse al tren cuanto antes. O hacerse una transfusión de sangre. O las dos, mejor. 

Tiago, como el buen vino
Vale, no entiendo de vinos. Lo reconozco. Pero 1981 debió ser una cosecha buenísima. A sus 34 años, Tiago está en el mejor momento de su carrera. Quién lo iba a decir hace sólo un par de años. Al menos por su condición física. Ese jugador que se perdió 30 partidos por lesiones (salvo una grave por una entrada en un duelo contra el Almería, todas musculares) y tenía que ser sustituido en el último tercio del partido porque no podía con las botas. Se repetía esa imagen del portugués acalambrado, con las medias por los tobillos, sentado en el reposapies de los banquillos. Quién iba a imaginar que ahora, que va a terminar la temporada con 35 años y ha decidido por voluntad propia volver a la selección, donde es indiscutible, que podría ser titular en cualquier equipo del mundo, y en el que no, sería por inexistencia de meritocracia. Si Tiago hubiera sido jugador de fútbol americano, habría sido el quarterback perfecto. Coloca, manda, distribuye. Pasa en largo, pasa en corto. Para la jugada, reajusta y la vuelve a dar continuidad. Si Tiago hubiese elegido el voleibol, habría sido el perfecto colocador. Es el que va distinto al resto, el que tiene la cabeza levantada, el que maneja, el que grita, el que da el último pase. Si Tiago hubiera cogido el balón ovalado del rugby, habría sido el apertura. Aquel que saca el balón del barro para dar de comer a sus delanteros, el que ajusta, el meticuloso. Pero es jugador de fútbol, y es el pivote que sostiene a un equipo entero.

La defensa de la 13/14
Fue el campeón de Liga, sí. Por momentos, ante el Betis, se vio a ese equipo perro de presa en defensa, en la presión, que comandaba un intimidante Diego Costa. Así llegó el tanto, con hasta cuatro jugadores presionando la salida de balón de un Xavi Torres que, hubiera hecho lo que hubiera hecho, habría perdido la posesión. El equipo en el que Carrasco, extremo izquierdo, baja al córner derecho a rebañar un balón. En el que Tiago, Koke y Gabi se pelean en la misma jugada por recuperar la pelota. Aquella máquina perfecta de defender que hace dos años conquistó la Liga y se quedó a dos minutos reinar en Europa que Simeone, poco a poco, quiere volver a engrasar.

sábado, 21 de noviembre de 2015

Andrija Zivkovic, la calma antes de la tempestad

Zivkovic, con el Partizán / GETTY IMAGES
A pocos jugadores tengo más ganas de ver en el fútbol europeo de primer nivel que a Andrija Zivkovic (19, Serbia). Si le tengo fe a alguno de los juveniles chicos que en unos años deberán maravillar al mundo entero en la Champions League es al jugador serbio del Partizán de Belgrado. A sus 19 años, este extremo zurdo, pero que prefiere jugar por la derecha, está sonando y resonando por toda Europa para enrolarse en las filas de equipos de postín.

Recuerdo la primera vez que oí hablar de él. Fue hace exactamente dos años, a finales de 2013, cuando debutó con la selección en un partido amistoso contra Japón que sirvió como homenaje para la despedida de un viejo rockero como Dejan Stankovic. Se convirtió entonces, a sus 17 años y 93 días, en el jugador más joven que jamás había jugado con la absoluta Serbia. Un récord que parece, permanecerá durante años. 

Sólo unos meses después estallaba en el país balcánico el llamado 'Asunto Zivkovic', bautizado así por el propio Veljko Paunovic, entrenador de las categorías inferiores de la selección Serbia. Y es que en plena celebración de la Eurocopa Sub19 de 2014 en Hungría, con Serbia en las semifinales, el Partizán llamó a su jugador para que hiciera las maletas en pleno torneo y volviera a casa para jugar la ronda previa de la Champions ante el sorprendente Ludogorets. Se armó el taco, con la FIFA reclamando la presencia del jugador hasta el final del torneo, con el club serbio aireando un contrato por el cual se había fijado que el jugador debería volver, con Paunovic siendo bombardeado a preguntas en cada rueda de prensa y con el propio Zivkovic, que guardó silencio, en la encrucijada de decidir entre el equipo que le pagaba y le daría a conocer o en negarse y jugar un torneo que nunca más tendría posibilidad de disfrutar. 

Zivkovic en el debut con Serbia / FIFA
Al final perdieron todos. Serbia cayó en semifinales en el primer encuentro sin su chico maravilla, el Partizán no pasó a la fase de grupos de Champions y las relaciones entre el club y la federación se enturbiaron. ¿Tan importante era para el Partizán un chico de sólo 17 años? Sí. Rotundamente sí. De hecho, unos meses antes de todo este sainete, el club serbio ya le había otorgado el brazalete de capitán cuando sólo contaba con 17 años y ocho meses. Otra vez más, el jugador más joven en la historia en conseguir tal honor. 

Su progresión en 2015 está siendo meteórica y es entonces cuando se ha dejado de ver una promesa para empezar a observar que ya es una realidad. Zivkovic es un jugador de banda derecha, aunque zurdo. Lleva el balón siempre cosido al pie, su velocidad y cambio de ritmo son algunos de sus puntos más fuertes. Es capaz de frenar en seco para volver a arrancar o partir desde cero y coger rápido una velocidad de crucero que no pierde en los primeros metros, sino que mantiene. Su disparo con la zurda es potente y colocado y sabe llegar bien al área. De hecho, este curso se ha destapado como goleador, una faceta totalmente desconocida hasta ahora, y desde que empezó el campeonato en septiembre lleva ya nueve goles y siete asistencias. Es difícil verle en el campeonato nacional, pero está siendo una de las revelaciones de la Europa League (comparte grupo con el Athletic). 

Se hizo mayor en Nueva Zelanda un par de meses antes de comenzar la temporada cuando, ahora sí, le dejaron jugar el Mundial Sub20 completo con Serbia. Llama la atención su ausencia en el podio de galardonados, porque no suele ser común que el mejor jugador del equipo campeón se vaya a casa sin premios individuales. Quiso premiar la organización el exotismo de Adama Traoré al llevar a Malí tan lejos; el liderazgo de un Danilo Barbosa que llevó a Brasil a la final pese a jugar con un elenco de incompetentes; y el trabajo y la constancia de un Milinkovic-Savic que fue un sobresaliente durante todo el torneo. Pero se olvidó del mejor, del que puso los quilates, del que realmente condujo a Serbia a lograr su primer título internacional, quizás porque se llevó a casa el premio al mejor gol del torneo y así no se iba de vacío. Fue un gran error. 

Pero en el torneo vimos otra faceta del serbio, una totalmente desconocida. Fue ante Uruguay, el que quizás fuera uno de sus mejores partidos en la cita, pese a irse derrotado. Vimos a Zivkovic fuera de un entorno eléctrico, sin espacios, sin tiempo para ejecutar, siempre con dos o tres rivales encima. Y lo que se vio fue la capacidad de un superclase, de un talento innato nacido por y para esto. Ante la falta de espacios, se decidió a buscarlos él. Bajó a recibir, combinó al primer toque, intentó que el balón fluyese lo más rápido posible. Descosió por completo a la zaga de los charrúas. Puso pases milimétricos, con precisión de cirujano, a sus delanteros. 

Hasta sus andares, su expresión corporal, te dice la primera vez que le ves que es un jugador diferente. No le hace falta tocar el balón para enseñarle al rival que está por encima de él. Zivkovic es disciplinado y trabajador sin balón, aunque parece más bien apático, sereno, calmado. Hasta que se hace con él, entonces se convierte en un torbellino, revoluciona la jugada, el partido, coge desprevenidos a rivales que piensan que todo ha pasado para entonces azotarlos con un cambio de ritmo, un caracoleo o un recorte. Hasta que decide o bien terminar la jugada, ya sea en forma de tiro o de asistencia con esa visión particular que Dios le ha dado, o bien frenar otra vez para volver a empezar. 

"Es increíble lo que Zivković puede hacer en su carrera con su habilidad técnica. Él es un gran jugador cuando tiene el balón y posee un remate fuerte y preciso. Con Zivković en tu línea de ataque, puedes esperar cualquier cosa. También, aunque es joven, nunca descuida sus tareas defensivas, una faceta en la que es igual de impresionante", dice de él Radovan Curcic, actual seleccionador serbio. Más escueto y directo es Mihajlovic, el hombre que le hizo debutar. "Este niño va a ser muy bueno"

El caso es que Zivkovic termina contrato el próximo 30 de junio y a partir del 31 de diciembre cualquier club del mundo puede negociar con él para ficharle sin pagar ni un sólo euro. Y pocas novias no le han faltado desde que debutó. Jovica Zivkovic, su padre y agente, ya confirmó en verano que jugaría todo 2015 en el Partizán por decisión propia tras rechazar ofertas en firme del Benfica, del Saint Etienne y del Chelsea (que sólo unos meses antes había sacado de allí a Danilo Pantic), así como propuestas informales de Celta, Sevilla, Valencia o Atlético de Madrid. Aunque no es seguro que cumpla su compromiso total en Serbia hasta final de temporada. El Partizán, dado que no parece que se vaya a extender el contrato, no descarta hacer algo de caja con él en este enero. Su presidente, eso sí, se enorgullecía meses atrás nombrando a todos los equipos a los que había dado el portazo cuando venían a por el jugador. El asunto ahora ha cambiado mediante fondos de inversión y es que la propiedad del jugador ya no es sólo del Partizán, que posee sólo el 25%. Su padre y representante, Jovica Zivkovic tiene otro 25% de su pase mientras que el 50% restante está en manos del agente Pini Zahavi y su fondo de inversión.

El Benfica ha vuelto a la carga y en los últimos meses se daba por seguro su fichaje. Ahora, el Atlético de Madrid ha preguntado por él de una forma más firme y Veljko Paunovic, que pudo haber entregado varios informes al club rojiblanco sobre alguno de sus chicos, es su máximo valedor y podría ejercer de consejero. No son los únicos y desde Inglaterra se asegura que Arsenal y Tottenham (en cuyo filial juega Veljkovic, gran amigo de Andrija) ya están en negociaciones por él. Europa entera quiere a Zivkovic. Él lo tiene claro: "Quiero mantener los pies en el suelo. Escucho todo lo que me dice todo el mundo, pero sé muy bien que todavía tengo que trabajar muy duro y seguir creciendo. La única forma en la que puedo hacer esto es ir paso a paso. Espero poder triunfar con la selección absoluta como he hecho en las categorías inferiores. Mi sueño es seguir mejorando y un día llegar a ser uno de los mejores jugadores".

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Eurocopa 2016: La gran oportunidad de Francia



Disputar una Eurocopa en tu propia casa es algo que, con suerte, sucede una vez en la vida. Hacerlo en un momento de forma, con una generación envidiable y una mezcla de veteranía, juventud y ganas, es algo que sucede una vez cada 100 años y no se puede dejar escapar esa oportunidad. Ahora la tiene Francia, cuartofinalista del pasado Mundial, eliminada por la mínima por una Alemania que a la postre se alzaría con el cetro internacional. Llama un poco la atención que en las casas de apuestas que, a noviembre de 2015, se coloque a los galos como principales favoritos a la par con los teutones para hacerse con la Eurocopa. Y es aunque los últimos resultados no invitan a pensar en que Francia tenga posibilidad alguna, pues muy lejos queda ya aquel subcampeonato mundial de 2006, los próximos anfitriones han madurado y evolucionado, y ahora lo tendrán todo de cara. Además, pueden presumir de haber conquistado los dos torneos que han celebrado, tanto la Eurocopa en 1984 como el Mundial en 1998, un factor más para pensar en su optimismo.

En 2008 el ridículo fue mayúsculo, cayendo en la fase de grupos con una generación ya pasada de rosca en una situación que se puede comparar a lo que le sucedió a España en Brasil el pasado verano. Luego, en 2010, llegó el famoso motín del vestuario, con la plantilla dividida, jugadores apartados, otros confesores del cuerpo técnico, diferencias raciales. Todo un mejunje que obligó a una limpia necesaria, a un partir de cero que ha llevado a los franceses a estar al nivel al que hoy juegan. Como mala suerte puede clasificarse que en 2012 se cruzaran con España y en 2014 con Alemania, que entonces no dejaban títeres con cabeza. 

Desde que Didier Deschamps (campeón del Mundial 1998 y la Eurocopa 2000) cogiera el equipo en verano de 2012 su hacer ha sido impecable. A la plantilla que dejó Blanc hay que sumar todos los talentos que han ido saliendo en los últimos años de la Clairefontaine, la residencia de los bleus desde que son unos críos. No en vano, Francia se coronó como campeona del Mundial Sub20 de 2013 con jugadores como Pogba, Zouma, Digne, Kondogbia o Thauvin, y sólo dos años antes se quedó en semifinales del mismo torneo con la ayuda de Griezmann, Lacazzette o Coquelin. 

Lloris, capitán de Francia / REUTERS
Y es que estar en la lista de los 23 elegidos para la Eurocopa no va a ser sencillo. Prácticamente nadie tiene el puesto asegurado y, salvo Nasri, con quien no va el asunto, por delante queda un sprint de más de seis meses para no quedarse cortado y no ver el torneo desde el sofá. Sólo Hugo Llorís, capitán, líder, santo y seña de la portería, puede dormir más o menos tranquilo con la tranquilidad de que el dorsal número uno es suyo.

La Francia de Deschamps es una Francia de toque, de armonía, uno de los equipos más elegantes con la pelota, muy versátil y también muy vertical. Dispone sobre el campo un 4-3-3 que va mutando gracias al buen acople de los jugadores. El aspecto defensivo es el punto más débil y no sólo por la línea de la zaga, que es algo endeble y, más que nada, inexperta, sino porque es un conjunto acostumbrado a la pelota, pero no es dominador de la posesión como puedan ser Alemania o España y atrás, concede. 

Probablemente el lateral derecho sea el puesto más vulnerable ya no sólo de la defensa, sino de todo el once. Debuchy, relegado al banquillo en el Arsenal por Bellerín, tendrá que remar a contracorriente para estar en la lista definitiva en un puesto que hoy parece destinado a un Sagna que es más bien una montaña rusa. En el eje de la zaga, a día de hoy, Koscielny y Varane parecen inamovibles, pero hay que andar con pies de plomo y ver cómo termina la temporada un Zouma que tiene todo el futuro por delante y que es una de las únicas noticias positivas del Chelsea. Los tres se postulan fijos salvo lesión, y con ellos estará o bien Sakho, o bien Laporte, o bien Mangala, todos haciendo un gran año. En el lateral zurdo tiene Deschamps otra incógnita. Evra sigue quemando sus últimos cartuchos, pero se antoja dura su batalla con Tremoulinas. De las lesiones del sevillista dependerá su continuidad en la Liga y su presencia en el torneo. El tercero en discordia es el jovencísimo Digne, que de seguir al nivel del que disfruta hoy Roma debería estar en la lista. Otro que tiene que buscar el equilibrio es Kurzawa, joven valor de las categorías inferiores a quien su cabeza mal amueblada de momento ha perjudicado más que beneficiado. E incluso Amavi, gran fichaje del Aston Villa para el perfil zurdo.

El centro del campo parece quizás la zona más estable. El pasillo de seguridad de Deschamps donde Pogba y Matuidi son los perfectos interiores, mezcla de músculo y calidad, y donde sólo resta saber quién jugará como pivote entre medias de los dos. Cabaye y Schneiderlin se han ido disputando esa posición. El del Crystal Palace tiene la titularidad asegurada en su club, mientras que el del Manchester United está un poco más expuesto siempre debido a las excentricidades de Louis van Gaal y a la mayor competencia en Old Trafford. No se pueden relajar tampoco. Coquelin, del Arsenal, viene pegando fuerte, haciendo una temporada meritoria con los de Wenger y llamando a la puerta de su primera convocatoria con la absoluta. Tampoco se puede olvidar uno de Sissoko, el caos hecho fútbol, muy del agrado de Deschamps y un recurso carne de banquillo con la capacidad de revolucionar cualquier partido. Tampoco venderá la piel barata Payet. El del West Ham ha sido indiscutible en las últimas convocatorias y su nivel en la Premier invita a pensar que pudiera haber sido un fijo de no haberse lesionado. De cómo retorne y de su final de temporada dependerán sus opciones. Sin olvidar tampoco a Rabiot, que a sus 20 años es una delicia de ver en los minutos que le da Blanc en el PSG.

En la delantera llega el bendito problema. Con la situación delicada de Benzema y Valbuena y su futuro incierto, no parece que la ausencia de los dos fuera a ser un problema crítico. Cierto que Karim es vital y su rendimiento mejora con la camiseta nacional al sentirse el jugador capital, pero el nivel de sus recambios no sería para tornar una ausencia del madridista en tragedia. Junto a Benzema jugarán dos mediapuntas caídos en los costados. Uno será seguro Griezmann, mientras que el otro saldrá de una dura batalla que ya ha empezado entre Lacazette, al que le avalan 40 goles entre la pasada temporada y lo que va de esta; Martial y su sorpresivo su rendimiento desde que ha llegado a Manchester; Coman, convenciendo a Guardiola y robando minutos a Müller, Götze y compañía; Ben Arfa, que tras amenazar con la retirada está posiblemente en el mejor momento de su carrera. Cómo debe andar de nivel que ha hecho las paces con el propio Deschamps, con quien lleva peleado desde que el francotunecino jugara en el Marsella. En su mejor versión, el ex del Newcastle es uno de los jugadores más difícil de parar. También anda por ahí Giroud, aunque este es claro suplente de Benzema y el propio Valbuena. Los que parece que han dejado escapar ya el tren son Gameiro y Remy, como también Clichy.

Pogba y Benzema celebran un gol / REUTERS
No se puede obviar tampoco las ausencias de Ribery y Ménez. El del Bayern, tras una eterna lesión, parece dispuesto a volver a los terrenos de juego el próximo mes. Ni imaginarme quiero cómo llegue siquiera a un 70% de su nivel. Aunque es cierto que parece complicado que tras tanto tiempo pueda ponerse a tono. Ménez, por su parte, ha dejado escapar ya varios trenes con la lesión sufrida recientemente. No retornará hasta 2016 y le debería costar llegar a su nivel antes de su problema grave en la cadera.

Si nos atenemos a la última convocatoria de Deschamps, por unos motivos o por otros, se han quedado fuera jugadores de la talla de: Payet, Ménez, Valbuena, Benzema, Coquelin, Sakho, Zouma, Debuchy, Tremoulinas, Rabiot, Lacazette, Laporte, Ribery, Ménez, Kondogbia, Nasri, Kurzawa, Gameiro o Clichy.

No será fácil ser uno de los 23 elegidos para disputar un acontecimiento único. Francia, hoy en día 24ª clasificada en un Ranking FIFA que lidera Bélgica ya que en estos últimos dos años no juegan partidos oficiales y no hacen más que perder puntos, tiene una oportunidad soñada. Nunca ningún título salió de allí, las dos coronas internacionales celebradas en territorio galo se encuentran en sus vitrinas y el rendimiento de la selección cuando juega en casa se multiplica. 




lunes, 9 de noviembre de 2015

Mundial Sub17 (2015): Once ideal del torneo



Si hay un auténtico triunfador en este Mundial Sub17 celebrado en Chile es el nigeriano Víctor Osimhen. Un auténtico desconocido para la mayoría hasta la fecha, jugando en escuelas amateur en su país que se ha reivindicado logrando la Bota de Oro al máximo goleador del torneo con 10 tantos en siete partidos y el Balón de Plata al segundo jugador más destacado del campeonato. Afirmaba durante la cita que hasta ahora ha vivido vendiendo agua en los semáforos de Lagos, una situación que probablemente cambiará de forma drástica a partir de ahora. Ya hay varios equipos de la Premier que se han reunido con él. El último en lograr su galardón fue el también nigeriano Iheanacho, que hoy despunta en las filas del Manchester City.

Qué lejos están todas aquellas elucubraciones de jugadores a seguir en el torneo, en su mayoría europeos o americanos, pues por unas cosas o por otras no siempre los que más nombre tienen acaban dando el nivel. La Francia de Edouard o Zidane ha sido una decepción; La Argentina de Conechny, la peor albiceleste de la historia; Paraguay pecó de perdonavidas con un irregular Sergio Díaz; Leandrinho nunca destacó con Brasil y Bélgica ha llegado lejos pese a que su jugador más destacado, Azzaoui, ha suspendido en este mundial con muy mala nota. 

S. Diarra / MARTIN ROSE / GETTY IMAGES
Samuel Diarra (17 años, Malí): No se ha caracterizado el torneo por sus grandes porteros, todo sea dicho. Pero Samuel Diarra ha logrado, sin duda, imponerse como el mejor de la cita. Llegó a la final con sólo dos goles encajados en seis duelos. El poderío ofensivo de Malí, a quien casi no le hacían ocasiones, ayudó. En la final puso su granito de arena con dos grandes paradas, además de un penalti detenido en el inicio, pero no pudo hacer nada ante los dos goles que le dieron el trofeo a Nigeria. Se ha llevado el Guante de Oro gracias a encajar sólo cuatro goles en siete partidos y se ha impuesto en la elección al mexicano Romero, que demostró reflejos y realizó varias paradas de mérito y al belga Teunckens, condenado por un grosero error en las semifinales.

Diego Cortés (17 años, México): Fue el lateral más incisivo de todo el torneo. Formó una pareja en la banda derecha mortal con Lara. Fuerte en defensa, se desdoblaba en ataque cada vez que tenía opción. Buen manejo de pelota y centros al área óptimos. Además, de sus botas salió uno de los mejores goles del torneo. Fue en semifinales, ante a la postre campeona Nigeria, y daba el empate provisional a los americanos. En Chivas tienen una perla.

Abdoul Dante (17 años, Malí): Capitán de Malí, levantó las expectativas de Europa poco antes de la final, cuando la FIFA le sometió a una rueda de preguntas al lado del otro capital de la final, el nigeriano Nwakali. Y es que Dante, que juega en las categorías inferiores del Jeanne D'Arc, un equipo de su país, afirmó que sueña con jugar en el Chelsea y que no le diría que no a un equipo tan necesitado de jugadores hoy en día. Dante es un jugador de raza, aguerrido, un auténtico líder en defensa. Él es el que manda, el que organiza y el que guía a sus compañeros. Notó mucho el conjunto su ausencia en las semifinales, donde se vio a los malienses perdidos por momentos en la zaga. Además, es un baluarte en el juego aéreo.

W. Faes / MADDIE MEYER / G. IMAGES
Wout Faes (17 años, Bélgica): Es imposible no hablar de este jugador sin hacer referencia a David Luiz. Tanto en la forma física (esa melena rizada inconfundible, alto y un estilo igual incluso en los andares) como en su forma de jugar, el belga es un calco del brasileño. Faes es un baluarte al corte. Es rudo, fuerte y veloz. Con la pelota, ofrece una primera salida limpia desde atrás, algo que además es de uso obligado en el fútbol belga desde hace años. Faes no se arruga a la hora de sumarse al ataque y si tiene las puertas abiertas puede ser común verle progresar hasta el borde del área rival. Ha disputado ya casi una decena de partidos en la Youth Champions League y es de los chicos más experimentados del torneo. Con su planta, no tardará en dar el salto al primer equipo del Anderlecht. 

Luis Olivera (17 años, Argentina): La peor selección argentina de toda la historia tiene un par de buenas noticias. Conechny, quizás el único que estuvo al nivel que se esperaba en la delantera, y Luis Olivera. Un lateral zurdo con mucho recorrido y fuerte. Mostró carencias en defensa, pero se sumó bien el ataque. El nivel de los carrileros no ha sido muy elevado, y es por eso que un jugador cuyo equipo no pasó de fase de grupos está en esta lista. La plaza más floja del once.

Alan Cervantes (17 años, México): Probablemente el jugador con más temple del torneo y mejor formado junto a Faes. Alan Cervantes es un centrocampista multiusos. El faro perfecto para esta selección mexicana encandilada con el toque. Cervantes es un pivote puro, con mucha llegada y un perfecto canalizador de juego. Se incrusta entre los dos centrales cuando es menester para dar una primera salida limpia de pelota y en la medular distribuye muy bien el juego. Si sigue con su progresión y se adecua rápido al ritmo europeo, es un jugador con una carrera por delante duradera. Un salto a un equipo como el Oporto ahora mismo sería un total acierto en la continuación de su desarrollo. 

Kelechi Nwakali (17 años, Nigeria): Galardonado con el Balón de Oro como mejor jugador del torneo, Nwakali repite los pasos de su hermano Chidiebere, que fue campeón hace dos años. Y no sólo en el aspecto del título, sino porque Kelechi, aún mejor de edad, está a un paso de ser jugador del Manchester City, club al que su hermano pertenece (ahora cedido en el Girona). Lo hará cuando cumpla la mayoría de edad para respetar la normativa FIFA y se quedará en el equipo reserva o marchará decido a uno de los equipos de la Football League, sin descartar tampoco que se marche al Vittesse holandés, club afiliado al londinense. Kelechi Nwakali ha demostrado liderazgo y mucho desparpajo, pero sobre todo trabajo. Ha jugado como mediapunta, descolgado de tareas defensivas con libertad para construir, pero también en el doble pivote, bajándose al barro y brillando menos para dar más equilibrio al equipo al que ha llevado al éxito. Posee además un disparo de media distancia envidiable y su lanzamiento a balón parado ha sido un peligro constante, pues sus tres goles han llegado de esa suerte. Una cifra que le ha hecho ganador (gracias a mayor número de asistencias, 3) de la Bota de Bronce como tercer máximo goleador. 

Sekou Koita (15 años, Malí): Probablemente Koita haya sido la mayor sorpresa del Mundial, no sólo por actuación, sino por su edad. Uno de los chicos más jóvenes de todo el torneo ha sido de los más determinantes. Su desparpajo con la pelota ha dejado prendados a todos. Una auténtica amenaza para el rival, aunque cierto es que su participación e incidencia fue inexistente en la final y en la semifinal cometió varios errores propios de la edad. Sus mejores minutos han llegado desde la mediapunta, pero ese sistema de cuatro delanteros con libertad absoluta de Malí ha beneficiado a que pudiera aparecer y sorprender por cualquier costado del campo generando el desconcierto rival. Su verticalidad, su buen pase y su gran conducción de balón le han hecho uno de los jugadores más destacados del torneo y si hubiera aparecido anoche, probablemente se habría llevado alguno de los tres premios como mejor jugador.

Sekou Koita celebra un gol ante Croacia / GETTY IMAGES FIFA
Kevin Magaña (17 años, México): Rápido demostró Kevin Magaña que es un jugador diferente. Lo hizo a los 10 minutos de debutar en el torneo, tras regatear a varios argentinos y batir, con la derecha, al mete albiceleste. Y es que este zurdo ha metido dos goles (ambos con la derecha) y ha repartido dos asistencias desde el perfil izquierdo. Un extremo punzante que lleva la pelota pegada al pie, que conduce erguido con la cabeza agachada, que siempre tiene un regate de más. Recuerda mucho a Giovani dos Santos. Su físico le ha privado de una mejor versión. Imprevisible en la primera hora, en la mitad de la segunda parte siempre pegaba un bajón y se diluía. Deberá ganar músculo y reforzar su físico para seguir progresando.

Ali Mallé (17 años, Malí): La organización lo eligió como el tercer mejor jugador del torneo (Balón de Bronce) en un premio que estaba destinado indistintamente a uno de los cuatro fantásticos que tenían los africanos arriba (Malle, Koita, Haidara y Boubacar Traoré). La mala puesta en escena de Koita en la final, la irregularidad de Haidara durante el torneo y los fallos de Boubacar, que ha terminado el Mundial con dos goles cuando se podía haber ido tranquilamente a los seis le han cabado dando el galardón al zurdo maliense, que con dos asistencias y dos dianas, ha sido el jugador más productivo de los subcampeones.

Víctor Osimhen (17 años, Nigeria): Poco se puede decir ya de Víctor Osimhen. Bota de Oro con 10 goles en siete partidos, se ha convertido en el jugador con más goles de la historia de este torneo superando a Coulibaly y Sinama Pongolle (ambos con nueve). Dicen que recuerda a Kanu, porque es elegante. Y puede ser, aunque quizás no se maneje tan bien en las distancias cortas ni tenga tanta calidad. Patizambo, alto, fuerte, su planta es más como la del togolés Adebayor. A poco que mantenga su nivel y la proyección que parece tener, quien se lleve su fichaje se hará con una perla.



Mundial Sub17 (2015): Nigeria reconquista su corona


África al poder. Nigeria retuvo el cetro de campeón que logró hace dos años en los Emiratos Árabes Unidos y lo hizo con el partido más ramplón que ha jugado en este torneo. Le sirvió esa versión 'low cost' ante una Malí desdibujada, timorata en esta su primera final internacional de este Mundial. Los malienses ya son la mejor generación de la historia del país tras conquistar la Copa África Sub17 hace unos meses y quedarse a las puertas en el Mundial. Este es sin duda el torneo fetiche de los nigerianos, que de 16 ediciones han disputado ocho finales y con el de ayer ya han logrado cinco títulos.

Arrancó el duelo con un penalti marrado en el minuto tres por los a la postre campeones. En una decisión extraña, Ebere lanzó desde los once metros cuando esa suerte corre en las botas de Nwakali y, en todo caso, del goleador Osimhen. Quizás por esa desfachatez, pues el balón terminó en las manos del portero maliense tras una mala ejecución, Amunike decidiera retirar al propio Ebere en el descanso. No sirvió la adrenalina de la pena máxima parada para aumentar el ímpetu de Malí. 

El partido se jugó en la parcela ancha, con dominio en la posesión de una Nigeria que no encontraba la forma de abrir la lata gracias al buen hacer de Samuel Diarra. El meta, que llegaba a la final con sólo dos tantos encajados en seis partidos, no pudo hacer más para su equipo. A los de Amunike, eso sí, les pesaba el discreto partido de Nwakali, que retrasó su posición para jugar en el pivote y no brilló en la zona decisiva como durante todo el torneo. Lo intentó Osimhen con una volea espectacular desde la frontal con su pierna mala, pero Diarra respondió con una parada envidiable, digna de la mejor fotografía. Y donde no llegaba el de Malí, ahí estaba el palo, que frenó a los nigerianos hasta en dos ocasiones.

Claro que Osimhen, la revelación del torneo, no quiso faltar a su cita puntual con el gol y en cuanto recibió dentro del área (56'), sin oposición, le dio medio título a su equipo. Ha marcado en los siete partidos jugados. Un total de 10 goles y dos asistencias y fue sin duda el mejor jugador de la noche. El único que mantuvo su nivel en una final descafeinada. Con Malí destrozada, Nigeria aprovechó el tirón en nada más sacar del centro dobló la ventaja gracias a una gran definición de Bamgboye. Cómo estarían los nervios que ni siquiera celebraron los goles. Los nigerianos, esos que bailan hasta por un córner a favor.

Con media hora por delante, Malí nunca pudo encontrar a sus cuatro fantásticos. Mallé, Boubacar, Koita y Haidara, los delanteros con libertad absoluta que han traído de cabeza a todas las defensas, al final encontraron quien les hiciera oposición y los borrara del campo. Con el pitido final, entonces sí, Nigeria pudo bailar. Y bailará toda la noche el país entero. Al menos durante dos años, porque en India ya se preparan para el próximo torneo. 


Bélgica se lleva el bronce

Europa acabó en el podio gracias a Bélgica. En el partido de consolación, con México absolutamente roto tanto en lo físico como en lo moral, los Red Devils impusieron su ley (3-2) en un partido plagado de oportunidades para los menos habituales. Los americanos siempre fueron a remolque pero en la recta final lograron el empate. Con el partido roto, en el descuento, en la última jugada, Vanzier agarró un contragolpe, se hizo imparable y se erigió como héroe de la tarde con su doblete, rompiendo en mil pedazos el sueño de México.

domingo, 8 de noviembre de 2015

El motociclismo no ha ganado nada


Celebra Jorge Lorenzo su quinto título del mundo, el tercero en la categoría reina y el de Yamaha lo hace por mérito propio, con los credenciales de una carrera dominada desde que se apagara el semáforo hasta la bandera de cuadros, dando gas a fondo y sin levantar el pie ni para coger aire. La carrera perfecta. El domingo soñado. No se puede decir lo mismo del espectáculo, del motociclismo que han intentado convertir en fútbol durante las dos últimas semanas. No aporta nada a un deporte de riesgo, extremo, ganar miles de espectadores, romper las barreras de la audiencia si los ojos quienes lo ven sólo buscan el fracaso del otro en forma de caída, la riña que provoque el caos y termine con uno o más besando el asfalto

No se tiene que enorgullecer de que un piloto campeón, corriendo en su propia casa, sea abucheado, silbado e insultado. En el caso de Lorenzo ya viene siendo habitual, el 99 está acostumbrado, que no por ello deja de ser vergonzoso y criticable. Salvo a sus fans, que lo idolatran, es un piloto que cae mal y punto. Sabe vivir con ello esta versión de Lorenzo 2.0 que llevamos ya viendo años del mallorquín. Tampoco en el caso de Márquez, que deberá acostumbrarse a ser el enemigo público número uno del paddock. No sé si existió el Pacto de Andorra, seguramente no. Pero no pondría la mano en el fuego porque esa reunión fuera deseada por alguno, y no precisamente por el campeón. Porque Jorge Lorenzo tiene un mérito increíble, ir tan rápido tanto tiempo sin cometer un sólo error no es fácil. Ha sido el piloto más rápido del año, ha cometido algún que otro fallo que le ha hecho tener que sufrir hasta la última prueba, pero su coronación está fuera duda. Lo que no es lógico, al menos cuando el que va detrás es el 93, es no ver a Márquez intentar ni un sólo adelantamiento en 30 vueltas. Tres decenas de giros detrás, a unas solas centésimas de la Yamaha de Jorge sin asomar siquiera el morro. Sólo con abrir gas a tope, en la recta, por cuestiones de velocidad y rebufo, Márquez se podría haber puesto en cabeza en cada paso por meta. Ni comparar quiero cómo Márquez buscaba la mejor posición contra Rossi en Sepang a como lo ha hecho hoy en Valencia.

Lo afirmó Jorge al final de la carrera. "Márquez sabía lo que me jugaba y no me quiso meter la moto". Ya, más frío, reforzaba la idea. "Somos españoles y el título se tenía que quedar en España". También uno de sus mecánicos, que le agradecía la actuación al de Honda en el parque cerrado. Miente entonces el de Cervera cuando defiende que su objetivo siempre es ganar y en caso de no poder, hacer la mejor posición posible. Ha sido juez del campeonato y lo ha hecho de forma voluntaria. Pedrosa no. El 26, que se había quedado guardando goma, llegó a falta de pocas vueltas y quizás le faltó un giro para preparar mejor la estrategia. Dani merece ser campeón en 2016. Al menos, una temporada plena, sin lesiones, y que la pista decida si debe serlo o no. Ya han sido muchas veces 'casi'.

Tampoco es plato de buen gusto para la deportividad que pilotos como Petrucci o Pirro, italianos, ambos de Ducati, marca transalpina, se dejasen pasar de una forma tan descarada permitiendo a Valentino tener dos motos menos que adelantar. Claro, que ya estábamos avisados, llevaban toda la semana. A Petrucci le faltó bajarse de la moto e impulsar a Valentino, estilo etapa del Tour de Francia.

Quizás la carrera vendida como la mejor del siglo no haya sido tal, pues salvo la remontada lógica de Rossi, que iba a llegar antes o después, ha sido lo más 'espectacular'. Y cuando algo de verdad es lógico, deja de ser espectacular. Y ese era el guión escrito salvo que Iannone o Aleix Espargaró se pusieran en cabeza rápido en la salida realentizando un poco las primeras vueltas permitiendo llegar a Rossi con más facilidad. Para cuando el de Tavullia quiso ponerse cuarto ya tenía 12 segundos de desventaja con los pilotos del podio, una distancia insalvable.

En definitiva. Lorenzo es campeón, merecido y justo. Trabajado y remontando en la última carrera, que sabe mejor. No ha pedido ayuda a nadie aunque se haya visto beneficiado de una u otra forma por la batalla que mantienen Rossi y Márquez, que escribirá varios capítulos más y sólo acaba de empezar. El 99 tiene un título más en sus vitrinas, seguramente el que más besará, adorará y abrazará. Pero el motociclismo no ha ganado nada. 

viernes, 6 de noviembre de 2015

Rossi vs Lorenzo: Posibles escenarios


Si pudierais elegir, ¿qué preferiríais, ser Jorge Lorenzo o Valentino Rossi? ¿Llegar a la última carrera del Mundial con siete puntos de ventaja, pero saliendo último, o tener que recortar esa distancia partiendo desde una de las cuatro primeras motos de la parrilla? Las carreras son las carreras y si algo he aprendido en más de 15 años disfrutando cada domingo (¡cómo sufro los fines de semana de descanso!) es que puede pasar de todo y que poco puede importar cómo se presente la previa. 

¿Llegará Rossi a la cabeza? Esa es la pregunta que todos se hacen a estas alturas de la semana. Pero no sólo si conseguirá acabar entre los cuatro primeros, cosa que puede ser más o menos factible, sino si conseguirá contactar con Lorenzo y las Honda de Pedrosa y su ya nuevo mejor amigo Márquez. Valentino necesita una carrera lenta, o al menos, que el ritmo sea bajo en los primeros giros. Y es por eso que equipos y pilotos que prácticamente no cuentan en absoluto, puedan ser determinantes. Todos apuntan a si las Ducati se dejarán pasar rápido por el Doctor, pero nadie mira a si Dovi o Iannone pueden imponer su ley desde la cabeza. Vale que Cheste no es un circuito propicio para la marca italiana, pero el estado de forma de Iannone (y sus tiempos del viernes) hacen presagiar que esté en la cabeza pronto. Más incluso si retrocedemos un año en el tiempo. La temporada pasada, el 29 dominó la prueba durante 10 vueltas antes de que la lluvia condicionara todo. No anda mal aquí el número dos de Ducati. Otra cosa es Dovizioso, hundido desde que en el primer tramo de la temporada, cuando luchaba por el campeonato, los problemas técnicos le golpearan. Que una de las Ducati se ponga en cabeza, sin duda, favorecerá que Rossi pueda llegar al grupo. 

En un plano mucho más oculto están las Suzuki de Aleix Espargaró y Maverick Viñales. No tienen velocidad punta alguna, pero corren en casa y cuando Aleix pisa España, se crece. Además, pese a que de momento los tiempos no me dan la razón, las balas azules deberían rodar bien en Valencia por estilo de circuito. Una buena pole mañana, o una gran salida el sábado, pueden meter a dos invitadas donde nadie las espera y condicionar un poco la carrera.

Otro factor es la Yamaha Tech 3 que pilotan Pol Espargaró y Bradley Smith. Prácticamente filial de Yamaha, que ha estado durante 15 días apoyando a Valentino, las órdenes de equipo, si es que hay, pasan porque Rossi llegue a la cabeza y que gane el mejor a igualdad de condiciones. El pequeño de los hermanos está dando la nota en los primeros libres y muestra que tiene ritmo mientras que el británico es junto a Valentino el único piloto que ha puntuado todos los domingos. No suelen dejarse ver en las primeras vueltas y es lógico verlas de menos a más, pero nunca se sabe.

El plato fuerte está arriba, con los tres españoles que parecen unánimes en su deseo de que Lorenzo gane el Mundial. Pedrosa quiere ganar. Es el piloto que más veces lo ha hecho aquí y con la autoridad que impuso en Sepang quizás el favorito. Tras una dura temporada, cerrar con tres victorias en cuatro carreras le catapultaría a empezar con la moral por las nubes el próximo año, el de su eterno asalto al título que no tiene. Su ritmo no ha sido totalitario pero junto a Lorenzo ha sido el más regular. Tratará de repetir una salida como la de hace 15 días, marcharse en solitario y repetir victoria dominando desde la primera vuelta. Si eso pasa, Rossi tendrá imposible llegar a ganar la carrera.

Habrá que ver si, en esas condiciones, Márquez y Lorenzo se irían con él o se quedarían unos segundos más retrasados. El 93 no ha tenido unos entrenamientos fáciles pese a dominar el libre uno. Además, encadena varios grandes premios saliendo más mal que bien. La otra variable, y principal, es la de Lorenzo, el aspirante a campeón. Su estilo de salir y tirar no ha tenido rival hasta que Dani ha vuelto al 100%. Lorenzo necesita escaparse en solitario y abrir hueco lo más rápido que pueda y todo pasa por una buena clasificación y una gran salida. Nos tiene acostumbrados, pero las Honda aquí van muy rápido y, sinceramente, que no gane una de ellas sería una sorpresa.

Es por eso que las Honda, que van mejor que las Yamaha, deberían hacer doblete en un escenario más o menos lógico, con Jorge Lorenzo cerrando el Podio y un Rossi cuarto en una posición que sí le daría el título. Como si algo de todo lo que está pasando fuera medio normal...

Mundial Sub17 (2015): Malí y Nigeria se citan en la final


Cuento con los dedos de una mano las veces en las que el fútbol me ha causado más diversión que la de anoche. Qué bonito es ver un Mundial Sub17 como este, donde el fútbol puro prevalece sobre todas las cosas. Niños de entre 15 y 17 años cuyo único objetivo pasa por divertirse más que por ganar, por aprovechar la oportunidad de deleitarse en el que pueda ser su único o último gran torneo. Muchos de ellos, si no la mayoría, se quedarán en el camino. Los africanos, además, intentan con estas citas cambiar toda su vida y la de sus familias con una oportunidad en Europa con la que sueñan desde que tienen uso de razón. Un 11 contra 11 en el que la disputa del balón es máxima, donde nadie guarda nada y se respeta la decisión de un árbitro al que nadie trata de engañar. Hacía años que no veía barreras intentando recortar el ángulo del lanzador avanzando centímetros, por ejemplo. Y eso que no hay spray.

La superioridad física de los jugadores africanos en estos eventos es evidente y Nigeria, la mejor en el palmarés con cuatro títulos, buscará el domingo (23:00 horas, Eurosport) renovar el entorchado que defiende y que ganó con méritos hace dos años ante una Malí que, pase lo que pase, ya es la mejor generación de la historia del país. Ya son los chicos que más lejos han conseguido llevar a un combinado tras lograr la Copa África hace unos meses y ser mínimo subcampeona del mundo.

El Malí-Bélgica (3-1) que abrió ayer la jornada sirvió de perfecto preludio para el México-Nigeria (2-4) que vimos después, que fue con todo merecimiento el mejor partido que se ha jugado en el torneo. Ya van 38, sólo quedan dos. En la primera semifinal, además el morbo de volver a ver enfrentarse a malienses y belgas aumentó el caché del duelo. Ya se habían enfrentado en fase de grupos, cosechando un empate  a cero que fue una derrota para Malí que, tras tirar 20 veces a puerta (más de 10 de ellas en posición clara) y estrellar dos balones en la madera se llevó los mismos puntos que el conjunto europeo, que apenas pudo pasar de mitad de campo. De todos, Boubacar Traoré, el delantero africano, fue el perdedor moral del duelo tras marrar infinidad de ocasiones claras de gol.

Muy diferentes fueron los dos equipos que ayer saltaron al campo de los que se habían visto las caras semanas atrás. Rápido quiso Bélgica hacerse con el balón del partido y no dar lugar a las avanzadas en forma de estampida de los cuatro delanteros africanos (dos de ellos jugando como extremos en un 4-2-4 donde reina el anarquismo), y Dante Rigo, joven canterano del PSV, desaprovechó un desbarajuste en la zaga africana para adelantar a los suyos. Fue pasado el cuarto de hora y, para ser sincero, Bélgica se estaba merendando a Malí. Pero fue recibir el gol y saltar todas las alarmas para los africanos, que se desperezaron, se quitaron los complejos y perdieron el mal de altura para adueñarse del partido. Sólo cinco minutos más tarde, Boubacar Traoré recuperaba la paz interior consigo mismo y encontraba redención enganchando una volea desde lejos tras una soberbia asistencia con el exterior de Malle. Un delantero desde la banda derecha asistiendo a su pareja en punta que aparece por el otro costado. Lo dicho. Una movilidad que no ha sabido defender ningún equipo hasta la fecha. 

Y es que tras el 1-1 Bélgica se borró del partido. Más bien Mali la difuminó. Y se pueden dar con un canto en los dientes los Red Devils porque Sekou Koita, el chico maravilla de 15 años que está conquistando el torneo con su zurda, anoche jugó su peor partido. Por primera vez le vimos cometer fallos en el pase y en la toma de decisiones. Claro que para fallo el de Teunckens, el meta belga. El portero del Brujas, que había sido un muro todo el torneo y encadenaba tres partidos sin recibir gol, cometió un error impropio incluso para estas categorías cuando a la hora de partido midió mal un balón que era suyo y acabó tragándose el bote para que Maiga pusiera el 2-1, que no iba a ser definitivo pero sí determinante. Ya con media hora por delante, el físico africano se impuso y los europeos se quedaron sin opción alguna. Un quiero y no puedo que acabó aun más doloroso cuando en la recta final Koita puso el 3-1. Su egoísmo en esos minutos de la basura privó que la goleada fuera mayor, pero Bélgica merece irse de la cita con la cabeza alta y no con el regusto amargo.

Tras una hora de descanso, de asimilación de todo lo visto, México y Nigeria se pusieron manos a la obra en busca del último billete para la final. El Tri posiblemente ha sido el equipo más completo del torneo, el más regular. Un notable en todo, un sobresaliente en grupo y alguna que otra individualidad maravillosa. Kevin Magaña adelantó a los americanos tras una buena jugada colectiva cuando el partido estaba empezando y Nigeria vivió una situación que hasta entonces era desconocida para ellos: remar a contracorriente. Vale que quedaba más de una hora, pero en estos torneos y a estas alturas, cualquier detalle es determinante y el mal de altura suele hacerse visible. No acertaron los mexicanos a doblar su ventaja y erraron hasta tres ocasiones claras de gol para acabar pagándolo caro. Primero fue Nwakali, con un lanzamiento de falta, el que puso las tablas en el marcador. Menuda perla se lleva el Manchester City. Minutos más tarde, Okonkwo hizo uno de los goles del torneo para llevar al descanso a los nigerianos con ventaja. 

Muy vivo estaba el Tricolor, no obstante, percutiendo sin cesar la defensa de unas águilas bien dirigidas por Amunike desde la banda. Al final fue la jugada menos peligrosa la que llevó al empate. Fue el lateral Diego Cortés quien con un gol maradoniano puso las tablas. Regate de extremo, conducción de mediapunta y definición de delantero. Lo tuvo todo. Fue un nuevo resurgir de México, que volvió a poner a los nigerianos contra las cuerdas pero por segunda vez perdonó y acabó perdiendo. Fue un zarpazo de Ebere en el ecuador de la segunda mitad, en el que el portero pudo hacer más, el que dio la estocada a México, que se quedó sin fuerzas, ni física ni moral, para volver a remontar. Y en ese afán por hacer de cada diana la mejor vista en toda la Copa, Osimhen se estrelló con la madera buscando un tanto de oro. Llegaría su gol poco más tarde desde los metros, puntual a su cita con la red (9 goles, ha marcado en todos los partidos), aunque se pudo llevar alguno más, pero el palo se lo volvió a impedir. El chico que vendía agua en los semáforos de Laos que durante este torneo ya ha recibido en su habitación la visita de representantes de equipos de la Premier League.


México merece una medalla

Probablemente el fútbol sea justo. Nigeria y Mali han sido los dos combinados más difíciles de meter meter mano y entre ellos se van a jugar el Mundial. Los de Amunike con un ataque y una medular explosiva, aplastante y determinante, que te vacuna en cuanto puede. Los malienses, más individualistas, anarquía pura, reinan en el desconcierto y se aprovechan de un grupo muy unido. Pero México probablemente sea el equipo mejor trabajado en todas las líneas, el más completo y, por qué no, el que más futuro tiene cuando sus jugadores adquieran madurez y ese físico que les falta y del que presumen los finalistas.  Su baño a Argentina en la primera jornada fue monumental; su puesta en escena derrotando a Alemania un clínic de cómo jugar al fútbol y en las rondas eliminatorias han pasado siempre con holgura. Si el fútbol de verdad es consecuente, no deberían salir de Chile sin metal. Para eso deberán vencer en la final de consolación a Bélgica el domingo (20:00 horas, Eurosport 2), la cuarta en discordia. Los europeos han sido un equipo más bien rácano, justito, muy fuertes en defensa pero sin dar con la tecla en ataque. Han ido de menos a más, eso sí, pero el rendimiento individual de sus estrellas no ha estado a la altura del nivel que se le presupone al subcampeón de Europa.