miércoles, 16 de diciembre de 2015

Lulinha, la caída de un proyecto

Lulinha, con Brasil Sub17 / GETTY IMAGES
Hubo una época en la que en Brasil, el Lula más famoso de todos no era el ex Presidente de la República. Curiosamente, sucedió entre 2007 y 2009, coincidiendo con los últimos años de mandato del político que en 2010 acabara entregando el país a las manos de Dilma Rousseff. Su impostor, por así llamarlo, se llamaba Luiz Marcelo Morais dos Reis (10 de abril de 1990, Brasil), pero era conocido por todos como Lula primero y como Lulinha después. Nunca un jugador en torneos de categorías inferiores me impactó tanto. Y mira que los ha habido, como Pato, Maxi Moralez, Agüero, Sahin, Banega o Gio dos Santos y más recientemente Nico López, Pogba o Sergio Díaz.

El caso es que en Brasil, Lulinha era una especie de heredero de la corona, un príncipe con honores nombrado a ser el sucesor de los Kaka' y Ronaldinho en el trono del Balón de Oro. El primero, entonces en el Milan, era su ídolo, el modelo en el que se fijaba y con quien se comparaba, pero todo el mundo lo asemejaba al ex del Barcelona. "Me parezco a Kaka en la forma de sacar el balón jugado", admitía él, mientras los tabloides sudamericanos le nombraban como 'El nuevo Ronaldinho' ya desde 2004, cuando sólo tenía 14 años. Su sonrisa, siempre presente, invitaba a aumentar el símil. 

El torneo que marcó un antes y un después en su figura y que lo lanzó al estrellato fue el Sudamericano Sub 17 de 2007. Allí, Lulinha despuntó como nunca nadie lo había hecho en un torneo juvenil, marcó 12 tantos (vio puerta en todos los partidos menos dos) y llevó a una Brasil que capitaneaba Fabio (el hermano gemelo de Rafael) al título. Paradójicamente, en aquel torneo Lulinha no fue galardonado como el mejor jugador de la cita, que fue para el peruano Reimond Manco, y se tuvo que conformar con la plata.

Corinthians, su club, y Wagner Ribeiro, su agente, se frotaban los ojos con billetes cuando el Barcelona, el Real Madrid y el Inter de Milán llamaban a su puerta preguntando por la situación del jugador. Aunque el que más interés mostró fue el otro equipo milanés, el AC Milan, donde jugaba su ídolo Kaka y que se acababa de hacer con una promesa similar como Alexandre Pato. Ribeiro, representante entre otros de algunos talentos como Neymar, Robinho, Hulk o Lucas Moura, desoyó ofertas y propuestas esperando que el Mundial Sub 17, que se celebraba entre agosto y septiembre, multiplicara la cuantía económica de las misivas que venían sin cesar de Europa. La propia FIFA, en su web, le tildaba como el mejor jugador del torneo antes de que empezara, titulaba que iba a ser 'El nuevo Ronaldinho' y le definía como "un jugador de 17 años con una mezcla explosiva de cualidades, entre las que están la astucia, habilidad en el regate, pases milimétricos capaces de quebrar la defensa más férrea y una excelente puntería". Añadía que "su calidad ha dejado de ser un secreto" y hacía un recorrido por toda la infancia del jugador, que había ido copando todos los torneos que había disputado, como los 25 goles en 17 partidos en el Campeonato Paulista Sub17, líder de la selección Sub15 y un sinfín de galardones. No obstante, una Brasil pobre, con una carencia de calidad evidente, sólo pudo llegar a octavos del torneo, donde fueron eliminadas por la Ghana de un Saddick Adams que ha caído aun más en picado que el brasileño. 

El golpe fue tan duro para la verdeamarelha que desde Europa se dudó de la calidad real de la estrella del equipo. Corinthians, que nunca bajó el precio marcado en la etiqueta del jugador pese al descalabro nacional, se encontró con una retirada de ofertas en estampida y con un jugador que terminaba contrato en nueve meses. Un verdadero problema. El Chelsea fue el que a río revuelto intentó pescar la mejor pieza. Llegó a ofrecer hasta cinco millones de euros por el pase del sudamericano, una cifra que el club brasileño tildó de irrisoria. Los londinenses le pasaron la pelota tanto al jugador como al Corinthians. Había interés, pero no iban a tirar la casa por la ventana por un chico por el que podían negociar gratis en tres meses y que acababa de fracasar en el último torneo Sub17. Lulinha entonces se encontró en la encrucijada de renovar por el club de su vida, donde llevaba desde los ocho años y condicionar un futuro traspaso, o dar el salto a Europa. Decidió lo primero, amplió su vínculo con Corinthians hasta 2012 y se quedó con el 25% de sus propios derechos a cambio de una cláusula de rescisión de 35 millones de euros. Fue su gran error. 

Lulinha, lesionado tras caer por el
túnel de vestuarios / NILTON FUKUDA
Al fin y al cabo, no dejaba de ser un jugador que, con 17 años y un par de meses, acababa de debutar en la Serie A brasileña. Jugó unos partidos más tras el Mundial Sub17, pero después su progresión empezó a cortarse. En parte por una lesión tras una dura caída en mitad de un partido en la que acabó estrellándose con las escaleras que dan acceso al túnel de vestuarios, en parte por el culebrón que suponía su incierto futuro. Sea como fuere, en 2008 el jugador vio cómo el año pasaba por delante sin apenas tener oportunidades en el primer equipo mientras su compañero Dentinho, un año menor, ganaba más presencia en la plantilla. A esto se unió su gran otro pero: su físico. Pequeño, apenas de 1'70, nunca terminó de desarrollar la musculatura necesaria para ser futbolista profesional y en Brasil, sin medios tan cualificados, no hicieron lo posible porque esto sucediera, cosa que sí habría logrado en Europa. Su preció se devaluó poco a poco y en 2009, año en que sí jugó y lo hizo de forma normal, sin destacar, bajó varios escalones en su lista de pretendientes. 

Sólo tenía 19 años y el futuro aún no estaba truncado, por lo que desde Corinthians se plantearon rápidamente la opción de cederle a Europa para que un buen rendimiento suyo les acabara proporcionando un buen pico de dinero. Celta y Deportivo de la Coruña preguntaron por él, pero el chico tenía una ficha muy alta. Corinthians paga bien a sus cracks. El tercero en discordia y que acabó llevándose al jugador fue el Estoril de la Segunda División de Portugal. El idioma y la cantidad de jugadores brasileños en Portugal animó a los dirigentes del Corinthians a pensar que Estoril sería una opción más cómoda para su estrella aletargada. Lulinha jugó bien en Europa. Muy bien por momentos y, aunque físicamente era débil comparado con el resto, su técnica y astucia dejaban a las claras que la Liga se le quedaba pequeña. Dio un pasito más en su carrera firmando por Olhanense, también en calidad de cedido, la siguiente campaña. En la Primera División de Portugal su rendimiento fue irregular. Descubrió que la hoy llamada Zon Sagres es una de las más duras físicamente del panorama europeo y nunca se hizo con un puesto de titular, pese a que sus inicios fueron esperanzadores. 

Con más pasos hacia atrás que hacia adelante, volvió a Brasil, a Bahía, donde permaneció a préstamo hasta 2012 que terminó su contrato con Corinthians, que acabó dándose cuenta que era demasiado tarde y que nunca se convertiría en el jugador que prometía cuando era sólo un adolescente, en parte por culpa de una serie de catastróficas desdichas que pueden destrozar la carrera de los más talentosos. Lulinha se ha convertido en un jugador del montón, en lo que pudo ser y no fue, en un quiero y no puedo que perdió los poderes que Dios le había dado para jugar con el balón. Para el recuerdo, siempre estará aquel Sudamericano Sub 17, todos los récords que ha batido. Nadie tiene más goles con las categorías inferiores de Brasil que él, con 17 tantos. Ni Neymar, ni Coutinho, ni Pato, ni Coutinho, ni Douglas Costa, ni Ronaldinho, ni Ronaldo...

Ahora, tras lograr la Segunda División Brasileña con el Botafogo, donde ha sido realmente importante, se ha quedado libre, sin equipo, esperando las mejores ofertas. Volverá a la Serie A, pues parece complicado que salte a Europa, aunque sea a una división inferior, pero en el recuerdo de los que le vieron siempre quedará el regusto amargo de no haber podido disfrutar de todo el potencial en el profesionalismo que Lulinha, el de verdad, prometía cuando sólo era un crío y no dejaba de sonreír orgulloso de su ortodoncia.  El chico que se convertía en Balón de Oro en el Football Manager, el simulador más realista de fútbol, que lideraba listas para conseguir el de verdad y que, por diversos motivos, cayó en el baúl de los juguetes rotos. 



Lulinha, otros vídeos:

martes, 15 de diciembre de 2015

Leicester City, la princesa fea invitada al baile

14 de diciembre de 2014. El Leicester City que entrena Nigel Pearson es último en la Premier League con 10 puntos tras haberse disputado 16 jornadas de Liga.

14 de diciembre de 2015. El Leicester City que entrena Claudio Ranieri es líder de la Premier League con 35 puntos tras haberse disputado 16 jornadas de Liga.

No sólo ha pasado un año en la transformación de estos magníficos foxes que, ahondando un poco más, estaban el curso pasado con pie y medio en la Championship cuando a falta de ocho jornadas por disputarse andaban últimos a siete puntos de la salvación y con un calendario, a priori, que no iban a superar. Vaya si lo hicieron, logrando 22 puntos de los 24 en juego y arrancando con una racha que hoy continua.

El Leicester se siente como esa joven fea, sin fama, que ha sido invitada al baile. La chica de las películas americanas que nunca llama la atención, en quien los focos no se centran y que, por un momento, sueña con la corona de reina de la noche que merece igual o más que las demás por méritos propios. Todo es para y por sus aficionados, unos zorros que han acompañado desde que tienen uso de razón a un equipo cuyos mayores éxitos datan de tres copas de la Liga ya hace varios lustros y que presumen con orgullo de su último botín: El trofeo de Championship logrado en la 2013/2014. Sí, la Championship es la Segunda División Inglesa. No se recuerda una conversión menos escalonada desde los tiempos del fallecido Brian Clough a los mandos del Derby County y el Nottingham Forest, cuando el fútbol era fútbol.

Ranieri / GETTY IMAGES
Los de Claudio Ranieri se han ganado el derecho a soñar. Bajo la premisa del 'ya caerán', Arsenal y Manchester City se frotan las manos de ver cómo este título puede ser el más barato de los últimos años, con un Chelsea coqueteando con el descenso y un Manchester United al que nunca le entra la quinta marcha en recta. Una bicefalia que el King Power Stadium no comparte. Tiene una idea bien distinta y ayer la hizo saber a los suyos: Quieren la Liga. Banderitas, canciones y papelitos, los aficionados del Leicester vistieron ayer su estadio como una final en Wembley y animaron a los suyos con la tensión de que un título está en juego. Partiendo de la base de que deberán hacer más del doble que ninguno para tener la mitad del reconocimiento, para conseguir meterse el metal en el zurrón, los chicos de Ranieri no tienen la obligación de ganar a nadie una carrera a 38 vueltas. Aunque, después de estar más de un tercio del campeonato en la cabeza, la responsabilidad moral de la plantilla es bien distinta. Está tan cerca, es una oportunidad única, que no se puede dejar escapar. 

Jamie Vardy es la personificación de la hazaña. A sus 28 años, el delantero de Sheffield es la sensación de la Premier y disputa su segunda campaña en la máxima división. Nadie se lo habría imaginado cuando hace sólo seis años disfrutaba del fútbol amateur de la Sexta División, ganando unas pocas libras que no le daban ni para pagar el autobús que debía coger todas las mañanas para trabajar en una fábrica y ganarse la vida. Ahora es esa rana que ha besado la princesa y se ha convertido en príncipe. El hombre que ha pasado de una vida tranquila a ser el centro de los focos. Aquel que tendrá que cambiar la fecha de su boda el próximo verano, cuando represente a Inglaterra en la Eurocopa. La planeó cuando era uno de los peores pagados del campeonato. El Chav (golfo, pandillero, pequeño criminal), apodo con el que se le conoce desde las ligas menores por sus orígenes (llevó incluso una pulsera en el tobillo de arresto domiciliario), el joven que a sus 25 años que vio como el primer día de entrenamiento en el Leicester, sus compañeros escondían sus pertenencias (de él) con la máxima seguridad y que hoy enseña al mundo a no rendirse jamás. Una de esas historias que hacen creer que hay algo más ahí fuera y que nunca hay que rendirse.

Un huracán, un torbellino que lleva 15 goles en 16 partidos, que ha marcado en 11 encuentros seguidos rompiendo el récord que hasta entonces tenía el holandés Van Nistelrooy. Vardy es el alma de este Leicester, la bandera. La prolongación de la grada. A base de fútbol, garra y lucha se ha forjado este equipo y en las dos últimas el punta es matrícula de honor. El fútbol, lo técnico y lo bonito, lo que se ve, lo ponen otros como Mahrez y Albrighton. El primero, una de las revelaciones del campeonato. Su zurda no ha pasado desapercibida y convierte los controles más complejos en goles de museo, los regates imposibles en paseos por el parque. Un placer para la vista verle por el campo. Pocos jugadores amenazan más que él hoy en día y siembran el pánico con el balón controlado. Ranieri logra el éxito con jugadores a los que en muchos sitios no se quería. Un Fuchs de lateral izquierdo que llegó libre tras acabar contrato en el Schalke y al que nadie le hacía ofertas, un Robert Huth pasado de rosca al que el Stoke quería dar puerta, un jamaicano Wes Morgan que a los 30 años nunca había jugado en Premier o un Danny Simpson que no era más que un jugador decente en Championship.

Schmeichel / GETTY IMAGES
Todo atado y bien atado por un Kasper Schmeichel que parecía nunca iba a llegar a cumplir las expectativas que en su día había intuido el hijo del bueno de Peter. Y es que hace ya más de una década, un rubio danés imberbe se salía en las categorías inferiores del Manchester City hasta que el apellido le empezó a pesar demasiado y vio como Joe Hart, un año menor, le adelantaba por la derecha sin pisar el freno. Tras varios periplos por las ligas menores y por Escocia, pocos o ninguno tenían ya la esperanza de que el hijo del gran danés lograra convertirse en el portero que parecía prometer cuando sólo era un crío. Ahora, con 29 años, lo ha conseguido. 

El Leicester City es más un grupo que un equipo. Chicos que, en su locura, en la incredulidad en la que viven, pueden salir todos juntos a tomar unas pintas después de un entrenamiento un día y al siguiente aparecer en mitad de Copenhage disfrazados de superhéroes para celebrar la victoria y el liderato tras un partido. Estaban las Tortugas Ninja, un par de Power Rangers, Spiderman o PacMan. Idea de Kramaric, por cierto, punta croata que sólo ha disputado 12 minutos esta campaña. Todos cuentan. Es la fuerza de la unión la que les hace estar donde están, afirman ellos sin pudor.

La plantilla, disfrazada en Copenhage / KRAMARIC INSTAGRAM
Su hazaña es la más compleja de las que se recuerdan. El Leicester quiere escribir las páginas más bonitas de los libros más adorados y grabar con letras de oro su nombre y la temporada 2015/2016 al lado de la Uruguay del Maracanazo, de la remontada del Liverpool en Estambul, de unos griegos románticos que conquistaron Europa sitiando Portugal, de aquel Nottingham Forest que levantó dos Copas de Europa tras venir de la Segunda División o de aquel payaso polaco de nombre impronunciable (Tomaszewski) que hizo llorar a Wembley.

Cada partido será una final. Cada derrota restará más de tres puntos porque el margen de error es muy pequeño. El 'ya caerán' no tiene validez hasta que caigan, pero la probabilidad y la estadística, y sobre todo el nivel técnico de la plantilla, están en contra de los zorros. Las casas de apuestas tampoco lo contemplan, colocándoles como cuartos o quintos favoritos para alzarse con el trofeo, por detrás en algunos casos de un Liverpool al que hoy aventajan en 11 puntos. Es imposible no hacer un paralelismo con el Atlético de Simeone, que con más dosis de coraje, garra y lucha que fútbol, se impuso a dos titanes millonarios que tienen estrellas por suplentes. Ese es el ejemplo y el modelo y, de conseguirlo, la heroicidad del Leicester superaría por goleada al hito de los rojiblancos bajo una misma premisa: partido a partido. Que no hay nada imposible es algo que deben pensar los jugadores cada vez que ven al propio Vardy en cada entrenamiento. Una proeza viviente. La invitación al baile de fin de curso sigue ahí, presente, y aunque las haya más guapas y más bonitas, el Leicester tiene todo el derecho a soñar con ser galardonado con la corona. Nadie podrá arrebatarle eso ya a sus aficionados, que viven en un estado de incredulidad y éxtasis de dimensiones impensables. Obligación a nada, derecho a todo. El fútbol se inventó para cosas como esta. 

Vardy y Mahrez celebran un tanto / GETTY IMAGES

lunes, 7 de diciembre de 2015

El Calcio está de moda, Italia presume de delanteros

Hace ya mucho tiempo que el Calcio dejó de ser vistoso, pero eso está cambiando. Durante años, sólo el Milan pareció dar la talla en las grandes competiciones a excepción de una histórica temporada del Inter de Milán de José Mourinho. El fútbol italiano quedó herido de muerte con el Moggigate cuando la Juventus tuvo que descender de categoría por amaño de partidos y otros tantos equipos transalpinos fueron sancionados. La muerte se certificó hace ya cuatro años, cuando la UEFA notificaba que, por los resultados en las últimas campañas, el Calcio perdía el derecho a una plaza Champions que iba en favor del fútbol alemán. Manda el ranking UEFA, determinado por los resultados de los equipos en los últimos cinco años en competición europea.

Un campeonato asentado en la mediocridad del que se aprovechó la Juventus de Conte primero, y posteriormente de Allegri. Supo entender que ante el mal momento de forma de los dos equipos de Milán (18 títulos cada uno) debía gobernar el campeonato con mano de hierro. Y así lo hizo. Conte armó una máquina perfecta de competir que nunca encontró rival en Italia. En los últimos cuatro años, la Vecchia Signora ha levantado cuatro títulos de Liga, uno de Copa y tres Supercopas del país. Nápoles, Roma y Lazio, animadores del campeonato, nunca encontraron la regularidad necesaria para disputar siquiera un campeonato doméstico. Pero desde el curso pasado algo ha cambiado. El Inter de Milán, con la vuelta de Mancini, ha logrado sentar las bases de un equipo práctico. El mismo estilo que dominó Italia entre 2005 y 2010 (cinco campeonatos seguidos). La Juventus va de menos a más, tras perder a varios de sus jugadores clave, y tras un inicio dubitativo ha cogido carrerilla para lograr situarse en las plazas de honor. No le van mal las cosas a la Fiorentina con la llegada de Sousa. El equipo juega bien, bonito, vistoso. La plantilla es profunda y sólo el baile de rotaciones puede generar algo de desconcierto en algunos partidos. El Nápoles, ya sin Benítez ha soltado los frenos. El equipo juega bien, llega al área rival con comodidad y sólo flaquea en la zaga, cuyos integrantes no dejan de dispararse a sus propios pies. La Roma vuelve a ser atractiva pero se ha encontrado rivales que no esperaba. Las bajas le impiden volar del todo y ese aire de segundón que sobrevuela sobre ellos les penaliza más de lo que debería. 

Todo ha cambiado en Italia, de verdad. Hay vida más allá del Milan, para los que usan a los rossoneri como vara de medir el campeonato. El Calcio, rompiendo estereotipos, fue el campeonato de los cuatro grandes donde más goles se marcaron la temporada pasada: 1024 tantos por los 1005 que vimos en España o los 975 que se marcaron en la Premier en los mismos partidos. Una Premier que, por cierto, ya ve peligrar su cuarta plaza Champions, que iría a parar para la Liga Italiana si todo sigue como hasta ahora. Goles son amores. Y como de dianas vive el fútbol, en el Calcio están algunos de los delanteros más determinantes.

Dybala celebra un tanto contra el Milan / GETTY IMAGES
Enamora Paulo Dybala en Turín. Los 32 millones de euros (más ocho en objetivos) que le costó el fichaje a la Juventus hicieron dudar a todos de que el chico maravilla del Palermo podría coger el testigo del Apache Tévez. 14 jornadas después, nadie tiene una sola pega, y eso que le costó en el arranque. Dybala, que convirtió el primer balón que tocó como bianconero en un trofeo (hizo el tanto que le dio la Supercopa Italiana en su debut), se vio relegado a la suplencia en una dura competencia entre Mandzukic, Morata y Simone Zaza. Ahora, como pareja del croata, la Vecchia Signora rompe moldes. Dybala es bueno, bonito y, como siga así, va a haber sido hasta barato. A sus 22 años, el argentino es un continuo dolor de cabeza para la zaga rival. Dybala no es un llegador ni un rematador al uso, es un segunda línea que disputa todos los balones, que está en contacto con el balón durante todo el encuentro, que se mueve por zonas peligrosas durante los 90 minutos. A los ocho goles que lleva hay que sumarle cuatro asistencias. Precisamente ese fue el hecho que le hizo ser fundamental en el Palermo. No mete todos los goles, no da todas las asistencias, pero siempre es uno de los actores principales en el gol, anotando o fabricando. A su lado juega Mandzukic, que se ha visto favorecido por la movilidad del nuevo ídolo turinés. Combinan, se entienden. Son como el agua y el aceite. Uno rápido, versátil, técnico. Otro lento, estático, de difícil asociación. Pero lo hacen, y lo hacen como nadie. Juventus tiene a su Zipi y Zape y con ellos comienza la remontada.

Higuaín, tras marcar gol / GETTY IMAGES
Vive Gonzalo Higuaín el mejor momento de su vida como futbolista. Con 14 goles en 15 partidos (marca cada 90 minutos), el argentino ha pasado del infierno al cielo. Y hablo de infierno porque el pasado verano bien cerca estuvo de abandonar la disciplina napolitana. Con el equipo fuera de Champions, al ex del Real Madrid le entraron aires de grandeza y se puso en el mercado para decepción (y amenazas) de sus tifossi. Esos no eran los planes del presidente, que fichó a Sarri para construir un equipo en torno a él. Y así ha sido. Ya sin Benítez, el Nápoles respira buen fútbol. El español, peleado con media plantilla, antepuso su orgullo y su ego a una plantilla a la que nunca supo exprimir al máximo, pese a las finales jugadas. Ahora, de la mano de Sarri e Higuaín vuelta también Insigne, en su explosión definitiva y madurez como futbolista. Pero el Pipa es el Pipa, no vamos a descubrirle ahora. Capaz de lo mejor y de lo peor. Anotador de cuatro goles en un partido pero errando el penalti decisivo. Por eso cobra importancia la figura de Insigne, alguien con quien repartirse las responsabilidades. El Nápoles es un serio aspirante al título, a esta pelea tan divertida que tiene pinta de alargarse hasta el final. Si bien no con cinco o seis aspirantes, sí con tres o cuatro. Ojalá. 

Una lucha que, por cierto, lidera el Inter de Milán de Mancini. Un Inter rácano por momentos, brillante en otros muchos. Cimentado en una defensa que casi no recibe goles (curioso que siempre esté en ellas el brasileño Miranda) y con un ataque que optimiza al máximo cada tanto. Porque curiosamente, el líder del Calcio es el que más falto está de dianas (ha ganado ocho de sus 10 partidos por 1-0). El más erróneo de cara a puerta. Los neroazzurri sólo han visto puerta en 18 ocasiones en estos 14 encuentros, cifras que mejoran hasta 10 equipos en el campeonato (del 2º al 9º clasificado, entre otros). Una situación que tiene su origen en el mal momento de forma de Mauro Icardi. Icardi es un estado de ánimo constante. Un jugador que vive en una permanente situación de esquizofrenia, que igual marca tres goles y se encara con la grada. El argentino, a quienes los 22 goles que marcó el año pasado le dieron el galardón de Capocannoniere, se ocupa más de lo que hace fuera del campo que dentro. Y eso se traduce en momentos de bajón y picos de forma, una montaña rusa viviente. Nadie va a poner en duda la calidad del 9 del Inter, pero parece que los elogios recibidos el curso pasado, los trofeos individuales, la mejora de contrato y la capitanía se le han subido a la cabeza. Icardi es uno de los mejores jugadores de la Liga, quizás entre los tres o cuatro más determinantes, pero cuando no hay nadie al mando del cerebro a veces pasan estas cosas. Sólo lleva cuatro goles. Lo peor es que Mancini no le encuentra sitio al lado de Jovetic. El montenegrino, uno de los chicos más talentosos que ha pasado por Italia en la última década, inexplicable que no le dieran oportunidades en Manchester, es el nuevo ídolo de la grada partiendo desde la banda izquierda. La sociedad que iba a formar con el argentino se antojaba terrible. La realidad es que Mancini aún no les ha hecho funcionar en conjunto y sólo brilla el balcánico. Peor para el argentino, el Inter jugó su partido más rico visualmente del año este fin de semana, cuando Icardi no disputó ni un sólo minuto. Luego, encima, le robaron un reloj valorado en 40.000 euros a la salida del estadio. No fue su día y no está contento. Y es una bomba de relojería.
Icardi realiza su celebración favorita tras anotar / AFP
Kalinic, en su presentación / Andi Shtylla
En estado de incredulidad viven en Florencia. La salida de Montella en verano no gustó a casi nadie. Con el italiano el equipo jugaba bien, excelente por momentos. Aunque no se encontraba de igual manera el camino del gol, se había asentado con comodidad entre los cinco primeros, viajando por la Europa League, y se había logrado la regularidad. Con Paulo Sousa la Fiorentina no le teme a nada ni a nadie. Le gana la posesión a cualquier rival y vive los 90 minutos en el área contraria. Y así, los goles acaban llegando. Y eso que Sousa, con una trayectoria como manager extraña, dispar, irregular, fue cuestionado desde el primer día. Al segundo se disiparon las dudas cuando la Fiorentina, en un amistoso de pretemporada, doblegó al Barcelona en un auténtico partidazo de Bernardeschi y repitió días después con el Chelsea. Nadie en el campeonato ha logrado más goles que el equipo viola (30), y eso radica en parte gracias a la aportación de Kalinic, otro que fue discutido a su llegada por su pobre bagaje goleador en cursos anteriores (y porque eso suponía la marcha de Mario Gómez). Pero a sus 27 años el croata vive en un momento dulce, es tercero en la clasificación por el pichichi con nueve tantos y de ser el ejecutor de los penaltis bien podría estar ya a la altura de Higuaín, pues Ilicic ha anotado ya cinco desde los once metros. También aporta asistencias, hasta cinco lleva ya con la camiseta morada y es titular indiscutible para el técnico. Su teórico suplente, Babacar, lleva ya cuatro dianas y anota cada 90 minutos. El gol está de suerte en el Artemio Franchi. Aunque con la profundidad de plantilla y la exigencia de partidos, Sousa ha desquiciado al equipo algo más de lo debido haciendo rotaciones en momentos importantes que han supuesto la pérdida de algunos puntos importantes en la carrera del título. Sea como fuere, la Fiorentina parece clara candidata al título, mantiene una regularidad que no se recuerda en la ciudad desde hace décadas y es siempre superior a su rival. Incluso cuando pierde. Y a ese piropo no puede rehuir Federico Bernardeschi, uno de los más destacados del equipo a sus 21 años y que en un futuro no muy lejano apunta a ser mejor jugador italiano del mundo. Hagan sus apuestas.

Dzeko, con la Roma / www.imagephotoagency.it
No se puede negar que junto a Icardi, la decepción del momento está en Edin Dzeko. Los dos arietes, junto a Higuaín, lideraban en favoritismo en las casas de apuestas para ser máximos artilleros del campeonato, pero de momento sólo el del Nápoles responde a lo esperado. El bosnio no pasa por su mejor momento, igual que una Roma que se ha visto superada por Fiorentina, Nápoles y por el retorno del Inter. No hacen justicia los tres tantos que ha marcado en Liga el ex jugador del Manchester City a su sueldo, pues con 4'5 millones de euros limpios, es el tercer futbolista mejor pagado de la Liga. Influye mucho el estilo de juego del equipo de la capital, con muchos jugadores entrando desde segunda línea, rematando desde atrás, con los extremos jugando por dentro y no por fuera y con la lesión de Salah, su mejor socio en pretemporada y en los primeros compases del curso.

Vive Italia de delanteros. Sonríen Higuaín, Kalinic, Dybala, Éder (10 tantos, segundo en el Pichichi), e incluso Paloschi, aquella eterna promesa del Milan que se ha quedado en jugador cumplidor, aseado, un ariete de equipo de la parte baja de la tabla. También Mandzukic. Sufren Icardi y Luca Toni, vigentes ganadores del máximo goleador de un trofeo compartido, y Morata, relegado al banquillo. En tierra de nadie se queda Bacca quien, con seis dianas, no logra ayudar a despegar a un Milan vive en un estado de letargo profundo. Tocar fondo de manera constante. Crece Italia, crece el Calcio, que rompe estereotipos. Sus equipos juegan bien, llegan los resultados y dentro de poco los reconocimientos. Del hacer de los equipos alemanes e ingleses en Europa se decidirá quién pierde la plaza Champions que cada día parece más cercana a recuperar Italia. Y lo merecen. Nunca estuvo más vivo el Catenaccio.

domingo, 6 de diciembre de 2015

Oblak echa el cerrojo a noviembre, ya empieza con diciembre



Hay que buscar un mote a Jan Oblak ya. No puede ir un tipo como él por la vida sin un sobrenombre que haga justicia a su buen hacer sobre el campo. Iceman, por ejemplo, le vendría como anillo al dedo. Oblak es ese tipo que parece no enterarse absolutamente de qué va la historia, que pasa desapercibido durante 89 de los 90 minutos del partido pero que al final siempre hace justicia a esos 16 millones de euros que invirtieron en él hace año y medio. Oblak ha cerrado el mes de noviembre sin saber lo que es encajar un sólo gol. Un dato que le permite liderar y estar a la cabeza en las estadísticas de todos los grandes cancerberos de las mejores ligas. De momento, tampoco nadie le asusta en diciembre.

Lejos queda ya esa época en la que el Atlético cambiaba cromos en la delantera con un rendimiento superlativo. Esa suerte ahora se ha centrado en la propia portería, que lleva bien cubierta desde la explosión de De Gea en el primer equipo hace cinco años tras una lesión de un Asenjo que, si bien era el mejor proyecto de guardameta nacional, se quedó por el camino. Con la marcha del hoy jugador del Manchester United apareció Courtois, un desconocido pulpo belga que durante tres años multiplicó sus tentáculos para ganar una Liga y una Copa, entre otras cosas, siendo determinante en los partidos decisivos. Enamoró a la plantilla con su simpatía y a la afición con su humanidad y humildad. Aún sigue visitando Madrid cada pocas semanas pese a vivir en Londres. El haber tenido al belga a préstamo es una de las espinitas clavadas que siempre quedará en la Ribera del Manzanares y por eso, en busca de un Courtois propio, el año pasado llegó Oblak, previo pago de 16 millones de euros. Mejor no regatear y que se lo acabe llevando otro.

La puesta en escena del esloveno era la misma que la del belga. Un absoluto desconocido de 21 años que apenas contaba con unos pocos partidos como titular en el Benfica. La cantidad de triquiñuelas entre el Atlético y el club portugués (Pizzi, Salvio, Roberto o Raúl Jiménez) y el alto coste del traspaso, con la posibilidad añadida de que Jorge Mendes hubiera mediado, hacía dudar hasta el menor de los escépticos de que un chanchullo empresarial y nada futbolístico podría estar a la vista. No era así.

Y eso que aquel partido del Pireo que abrió la Champions pasada aún ronda la cabeza de más de uno. Entonces, un Oblak que venía corto de preparación y que había perdido la batalla por la titularidad en detrimento de Moyá por una lesión en la cadera debutó como rojiblanco en un partido que Mitroglou se empeñó en convertir en catástrofe. Se pudo redimir el bueno de Jan en la Copa, alternando exhibiciones con algún que otro patinazo hasta que el nuevo Barcelona del renacido Messi se topó en su camino. Aquel partido supuso el punto de inflexión para el Triplete de Luis Enrique en una Barça que iba a la deriva, directo a estrellarse. Su redención llegó en Champions, ante el Bayer Leverkusen. Una lesión de Moyá le dio la titularidad que ya todo el Vicente Calderón pedía y que Simeone no se atrevía a dar y en sus primeros minutos ganó una tanda de penaltis a los bávaros.

Igual no tengo mucho criterio para analizar porteros y si alguno ha llegado hasta aquí deja de leer en el momento en el que digo que Neuer no sólo no me parece el mejor portero del mundo, sino que ni siquiera le meto en el podio alemán. Creo que Trapp y Leno están bastante por encima y que a Ter Stegen sólo le hacen falta 10-12 partidos seguidos para ser el mejor de todos. Lo que sí que tengo muy claro es que a día de hoy, el más destacado en el panorama mundial es De Gea. No hay nadie a su nivel, y por debajo de él, además de los dos alemanes ya citados, hay una terna con Oblak, Courtois, un renacido Buffon, el infravalorado Joe Hart y Keylor Navas. Bravo me parece cumplidor, eficaz. Apunten a Predrag Rajkovic, por cierto.

El caso es que con un sistema defensivo impoluto, aunque mejorable (Simeone sabe de lo que hablo), el Atlético de Madrid de Jan Oblak es el equipo que menos goles ha recibido en todas las grandes ligas. Sólo seis tantos encajados, dos de ellos de penalti, por los los ocho que han recibido PSG y Bayern, los nueve de Inter y Nápoles y los 10 del Manchester United. 12 el Real Madrid, 13 el Barcelona. Son seis también los encuentros que lleva consecutivos sin recibir un tanto el esloveno. El último en conseguirlo, Lucas Pérez, tras un error bochornoso de Giménez ante el que nada podía haber hecho. 553 minutos sin recoger un balón de su red desde entonces. Suma y sigue. Normal que suene el 'Obi, Oblak, cada día te quiero más' cada jornada. No tan habitual es que se anime a cantarlo el narrador de BeIN Sport Francia en pleno directo, como hizo en el duelo de Champions ante el Galatasaray entre risas de su compañero.

Esta temporada suma 13 partidos imbatido, dejando la portería a cero. Cifras que sólo Kevin Trapp supera. El alemán lleva 14, aunque el esloveno ha jugado 19 encuentros por 22 del jugador del PSG. A este ritmo, fácilmente superable. Encaja menos de un gol cada dos partidos desde que debutó y en la Liga sólo ha recibido 12 goles en los 25 partidos jugados

Oblak parece que no está, pero está. Equipos como el Espanyol, que no pisaron siquiera el área rojiblanca, ayudan a mantener la estadística en todo lo alto. Otros como la Real Sociedad, el Betis o el Granada, que llegan dos veces con ocasiones manifiestas de gol que el esloveno, frío, sin tocar un balón en todo el partido, espanta con aplomo. Mucho mejor que esos porteros que necesitan de paradas y paradas para entrar en calor y dar la talla. Oblak da seguridad por arriba y es un portero colosal en el mano a mano. Que le pregunten a Gareth Bale. Que llega a las esquinas más escondidas de su portería lo saben los rivales, a quienes se les empequeñece la potería cuando el esloveno sale a tapar. El último Zamora rojiblanco fue Courtois, que llegó acompañado de un título liguero. Nadie parece hacerle sombra a Oblak en la lucha por el trofeo individual.