miércoles, 8 de febrero de 2017

Lyanco, el muro que divide a Serbia y Brasil



Una muralla de 1'88 metros se eleva estos días en Ecuador sobre el resto. Un central alto, contundente, imponente, que a sus recién cumplidos 20 años de edad está más desarrollado físicamente que el entorno que le rodea, que esos jugadores que comparten generación con él y que ni siquiera son capaces de aparentarlo. Infunde respeto y miedo. Mucho miedo.

Lyanco Vojnovic (febrero de 1997, Vitoria, Brasil) ha empezado el Sudamericano Sub20 como jugador del Sao Paulo. Eso sí, todo indica que podría acabar siendo propiedad de otro equipo antes de terminar el torneo, al que apenas le restan tres días. Y es que el conjunto brasileño, en serios aprietos económicos, está decidido a vender sus piezas cual subasta al mejor postor. Hace apenas unos meses sucedió con Alan Kardec y Ganso y la semana pasada con Neres. Este último, vendido al Ajax, no pudo ser traspasado por los 15 millones de euros que el club pretendía ingresar para saldar la deuda a la que deben enfrentarse de manera inmediata y por eso, el que más ponga por Lyanco, se lo acabará llevando.

De todas las ofertas recibidas, parece que la del Atlético de Madrid (6 millones de euros) es la más alta, superando los cinco que ponía la Juventus encima de la mesa, o eso asegura Fox Sport. Atleti y Juve, los dos equipos con quizás la mejor rotación y nómina de centrales en el panorama actual. Posiblemente los conjuntos que más basan su juego en una pareja de zagueros sólida que ponga los cimientos. Godín, Giménez, Savic, Lucas, Barzagli, Bonucci, Chiellini, Rugani... Nadie hace aguas. Dice mucho del central brasileño que sean ellos los dos equipos que más hayan pujado por él.

Lyanco, durante el Sudamericano Sub20 /
 RODRIGO BUENDIA / GETTY IMAGES
Lyanco es un zaguero contundente, con hechuras, con presencia. Su 1'88m de estatura ayuda mucho, pero no todo para saber imponer es el físico. El brasileño es de esos que a los 20 años parece haber jugado ya dos centenares de partidos como profesional pese a que la cifra real apenas llegue a los 30. Para los que un sólo entrenamiento convalida con meses de aprendizaje del resto. Decidido. Uno le ve jugar en el Sudamericano y se le viene a la cabeza la imagen de Piqué jugando en Canadá, a su misma edad, con España, justo después de hacer una temporada notable con el Zaragoza. Esos primeros pasos del que a la postre se convertiría en uno de los mejores centrales del mundo. El brasileño tiene cosas del jugador del Barcelona.

Su envío en largo con su pierna derecha es exquisito. Tiene el buen toque de los zagueros brasileños y su gusto por sumarse al ataque. Su único gol hasta la fecha, de hecho, es un coast to coast desde su defensa en el que acaba definiendo dentro del área rival. Por eso, en Brasil se atreven a compararle con Lucio y, aunque a sus 20 años aún se le ve muy alocado (o verde, en definitiva), sus subidas no son tan continuas como las de su homólogo. Sí se puede comprobar una muestra de su presencia para con el balón viendo la disposición de Brasil. La canarinha juega con Caio Henrique como pivote, pero si el balón llega antes a Lyanco, el del Atlético de Madrid se escora a la izquierda, sabedor de que el zaguero es capaz de poner un pase con precisión milimétrica o salir desde atrás como si del propio '5' del equipo se tratase,

Lyanco / MATTHEW ASHTON
Su temperamento es su principal némesis. Algo que tendrá que pulir con el correr de los partidos. Su físico particularmente desarollado le hace no medir con exactitud cuando se enfrenta a sus coetáneos, que no sus semejantes. Por eso, en las categorías inferiores, ya ha sido expulsado un par de veces en apenas una docena de partidos. Una suerte que no le penaliza con los mayores, donde apenas suma cuatro amarillas en 25 partidos.

Lyanco dio sus primeros pasos en la academia del Botafogo. Justo antes de cumplir los 18, en 2015, firmó por el Sao Paulo, pese a que Cruzeiro, Fluminense y Palmeiras se habían lanzado a por su fichaje. También el AC Milan, donde no pudo recalar por su todavía falta de pasaporte comunitario. Hoy sí lo posee, pues tiene nacionalidad serbia gracias a sus antepasados. Su abuelo, yugoslavo, huyó de los Balcanes con siete años en plena Segunda Guerra Mundial. Acabó en Brasil.

Por eso, Lyanco ha jugado con la selección Sub19 de Serbia y la Sub20 de Brasil y, pese a que ahora se encuentra con los sudamericanos, aún no ha decidido para quién jugar en la categoría absoluta. Tanto es así, que con 18 años rechazó una invitación formal de la Federación Brasileña de Fútbol para que fuera a una convocatoria con la absoluta, que quería atarle para el futuro y ha confirmado de su propia boca que jugar ahora con Brasil no le liga para nada a un futuro en la verdeamarelha.

De forma simultánea le llegó el debut con el primer equipo del Sao Paulo, donde a día de hoy es indiscutible. Forma pareja con Rodrigo Caio, otro central con buen toque de pelota. Lyanco, quizás por su físico, por su versatilidad, por su adaptabilidad y por ser siempre un notable, ha jugado en ocasiones extremas como lateral derecho. Incluso le han probado en entrenamientos en la otra banda. Aunque su naturaleza está en el eje de la zaga.

Lyanco es sin duda uno de los nombres propios del Sudamericano Sub20. Él, junto a Arana, Dodó, Caio y en ocasiones Vizeu, está manteniendo el tipo de una Brasil carente de talento y a la que por nombre se exige más. Aunque la realidad es que no hay más por donde exprimir. Con rasgos del este de Europa, ver a Lyanco es como ver, por apariencia física, a Nemanja Vidic enfundado en la camiseta de Brasil. Esa es la apariencia que da a primera vista. Es de esos jugadores que, sin verles jugar, ya entran por los ojos. De los especiales, de los que tienen un aura alrededor y de los que no es necesario ver tocar el balón para apuntar el nombre en la libreta.

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