jueves, 13 de abril de 2017

Sandro, renacido en La Rosaleda



Casi desconocido hace apenas un par de años, defenestrado por la opinión pública barcelonista por su poca puntería cara a portería y su escasa efectividad a la hora de ser recambio de garantías de Messi, Neymar y Luis Suárez (casi nada), Sandro Ramírez (Gran Canaria, 1995) ha tenido que bajar un par de peldaños en la pirámide futbolística para dar un paso adelante en su carrera. 

El canario se siente importante en Málaga, donde es la punta de lanza del equipo que hoy entrena Michel. El delantero tuvo bien claro que sería él quien decidiría su futuro. Por eso, tras toda una vida enrolado en las filas del Barcelona, decidió no renovar con el club catalán justo cuando estaba preparado para dar el salto al primer equipo. Ser actor secundario de garantías en un Barcelona con semejante tridente se antoja complicado. Por eso Munir no dio la talla, por eso Pedro tuvo que buscar una salida y por eso Paco Alcácer pasa más minutos entre el banquillo y la grada que sobre el césped. A Sandro el tiempo le ha dado la razón. Quiso ser siempre dueño de su futuro.

Por eso, cuando el Málaga se animó a su contratación, las condiciones del punta no eran para nada del agrado del club andaluz. Sandro, que firmó gratis por tres años, exigió tener una cláusula de rescisión baja (6 millones de euros) para que, en caso de hacer una gran campaña (cosa que está sucediendo) pudiera volver a tener libertad de decisión. Fueron lentejas para el Málaga, que acabó haciéndose con los servicios de un jugador que le reportaría seis millones en un solo año y de cuyo hacer podría servirse durante la temporada. Y en caso de salir mal, se tendrían el uno al otro y nadie se habría dejado dinero excesivo. Un mero matrimonio de conveniencia.

Porque el nivel que podría dar Sandro en Primera División era una absoluta incógnita. El jugador, en sus pocas apariciones con el primer equipo del Barcelona, había generado más dudas de las que debería. Sobrepasado por querer hacer más de lo que se le debería exigir en tan poco tiempo, Sandro nunca se sintió cómodo en Barcelona. Sus cifras anotadoras en el equipo B del club catalán tampoco eran las de un delantero killer (en parte porque alternaba la delantera con la banda) y su rendimiento en la máxima categoría, fuera cual fuera el club en el que fuera a jugar, estaba en entredicho.

Sandro celebra un gol / TWITTER
Pero la directiva del Málaga acertó, y de qué manera, con un jugador que ha pasado por todas las categorías inferiores de la selección española y que en la campaña actual lleva 11 goles (9 en Liga) en 24 partidos y que, de no ser por una lesión que le ha tenido apartado más de un mes de los terrenos de juego, estaría luchando por el Trofeo Zarra al máximo goleador nacional con Iago Aspas. El Málaga ha ganado ocho partidos ligueros esta temporada y en siete de ellos Sandro ha visto puerta. Solo ante el Atlético de Madrid en el Calderón y ante el Sevilla en el Pizjuán el canario logró anotar sin que el Málaga se llevara los tres puntos.

Por eso, de los 33 puntos que lleva el Málaga, se le pueden atribuir al ya ex del Barcelona 21 de ellos. Pero Sandro no es solo números. Uno de los aspectos que más destaca de él es su polivalencia y su capacidad para partir desde cualquiera de los dos costados (aunque el prefiere el izquierdo) hacia dentro para acabar las jugadas. Esa potencia de conducción, ese control orientado largo siempre preparando su portentoso disparo desde lejos es un arma que aterra a los rivales y, en cierto modo, puede recordar un poco al estilo de juego que poseía Diego Forlán, que vivió una gran carrera en La Liga en las filas de Villarreal y Atlético de Madrid. (Ojo, atención, no se está comparando la calidad goleadora del uruguayo con la de Sandro, ni sus habilidades, sino que se compara un aspecto del juego en el que son parejos).

Sandro, además, se ha consolidado como uno de los mejores ejecutores del balón parado y esta temporada ya ha logrado marcar tres dianas a balón parado, todas de bella factura. Su partido ante el Barcelona el pasado fin de semana pone en cuestión el acierto del equipo catalán dejándole marchar y fichando como recambio suyo a un Paco Alcácer que parece estancado y que costó 30 millones. Y si bien es cierto que fue el jugador quien no accedió a renovar, sí que el Barça pudo hacer algo más por intentar mantenerle en plantilla. Sandro necesita espacios para correr, sentirse liberado, y el intercambio de golpes, el fútbol de ida y vuelta y los partidos rotos se acomodan a su estilo.

Sandro Ramírez está haciendo méritos suficientes para volver a subir un escalón más en la pirámide futbolística y unir su nombre a un equipo que pueda aspirar a cotas mayores y jugar competición europea. Tiene el carácter de ese que prefiere no quedarse relegado a un segundo plano y, aunque tenga que trabajar el doble, buscarse un futuro desde abajo. En los nueve partidos en los que no pudo estar por lesión, el Málaga solo venció en uno y tras su recuperación ha ido jugando cada vez más minutos hasta lograr estar al 100% de su rendimiento en los últimos cuatro duelos, de los cuales el Málaga ha ganado dos (Barcelona y Sporting con goles de Sandro), ha perdido uno (Atlético de Madrid) y ha empatado otro (Leganés). 

Sandro radicaliza todo el juego y es capital en un Málaga que sabe que si el jugador quiere puede abrir la puerta de salida el próximo verano. Novias no le van a faltar. Como uno de los últimos delanteros en pisar la Sub21, presenta también su candidatura a ser uno de los jugadores que puedan acudir en próximas convocatorias con la absoluta de Lopetegui. Su siguiente paso debe ser adecuado para no volver a cometer errores del pasado y engordar el banquillo de un equipo que no le tenga como fundamental y donde pueda sentirse realmente útil. Y no parece ser de esos que toman decisiones precipitadas.

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